lunes, 25 de octubre de 2010

UNA JORNADA EN TOMA

Por Oksana Kaliuzhnaya (Comisión 35)
Este miércoles 15 de septiembre representa el decimoquinto día de la actual toma de la Facultad de Ciencias Sociales. Esta última originada a partir de la caída de un vidrio en la sede Marcelo T y la negativa de asignar el subsidio de $80000 al Centro de Estudiantes.
La tarde es soleada y el clima trata con calidez a los alumnos y profesores acomodados sobre la cortada calle Ramos Mejía. Por el parlante una voz femenina notifica que la Cátedra Ferrer no acepta la modalidad de la clase pública e invita a los alumnos presentes acercarse para dialogar con los profesores.
Luego de escuchar las distintas posturas con respecto a la situación, la docente notificó que habiendo pedido un aula para la clase de hoy, que le fue negada y, no estando de acuerdo con el tinte extremista que tomó la protesta, se niega a dar clases hasta que las condiciones se normalicen y comenta que cabe la posibilidad de que se disponga, desde la Cátedra, cancelar el presente cuatrimestre.
Habiendo tiempo de espera de sobra para la siguiente “posible” materia, los jóvenes intercambian sus experiencias de cursada de los últimos días. “Ayer tuvimos clase pública sobre Ángel Gallardo. No sabes los bocinazos y las puteadas que nos comimos, era la hora pico. Y después casi nos pisa una ambulancia”, comentó Lucila. “Yo estoy de acuerdo con lo que piden, pero no con la manera que lo están llevando a cabo. Presencié otras tomas en esta facultad, pero antes, los que se querían adherir lo hacían y los que no, daban clases adentro, ahora no te lo dejan hacer y los profesores faltan”, dijo Cristian.
Sorprendentemente, amén de tener una postura contraria y no aceptar la modalidad de la clase pública, se decide llevar a cabo la cursada por parte de los profesores de la cátedra Rosenthal. Antes de comenzar con la parte de contenidos se charla con los alumnos para que éstos expongan sus sentimientos con respecto a lo que ocurre con la Facultad. La mayoría reprueba la manera de hacer de “Contrahegemonía”, no encuentra organizados sus procedimientos y consideran poco democrático el hecho de no dejar, a los que lo prefieren, dar clases dentro del establecimiento, tal como se hizo siempre, y dejar las clases al aire libre para los teóricos.
Luego de volcar las ideas de todos los que lo quisieron hacer se procedió al dictado de la materia, pero a unos veinte minutos, debió ser interrumpido. Un grupo de cuatro personas se acercó para informar de lo ocurrido durante la jornada: peticiones que no fueron atendidas, dinero que fue negado, citas que fueron canceladas. Uno por uno se fueron pasando la palabra, pero cuando llegó el turno del cuarto joven, éste fue interrumpido por una alumna enojada: “¡Bueno chicos, basta! Estamos acá porque ustedes quieren, porque no nos dejan ir adentro, ahora queremos seguir con nuestra clase”. El pedido de Yamila fue apoyado por otras chicas y los “informantes” se despidieron.
La clase siguió hasta otra intromisión, para invitar a los alumnos a continuar con la lección, pero cortando la Avenida Ángel Gallardo, la invitación fue rechazada.
Se siguió ahí, al sol, con la comodidad que representa el aprender y fumar un cigarrillo al mismo tiempo hasta la siguiente intrusión, esta vez la presencia de una laboriosa laucha que no paraba de subir y bajar por el árbol más cercano. La concentración se perdió, y las miradas, todas, se dirigieron hacia el marsupial. La primera en desistir de seguir con la clase ante la presencia de tamaña visita fue la profesora, la siguieron una por una casi todas las alumnas y así terminó otra jornada estudiantil “en toma”.

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