miércoles, 30 de julio de 2008

Reyero: “Cada vez cuesta más hacer algo independiente”

Por Ramiro de Anchorena (Comisión 10)
Pablo Reyero, director y productor de cine, expresó ayer que en la actualidad los recursos para hacer films se concentran en unas pocas manos y por lo tanto las películas responden a esos intereses, lo que dificulta la existencia de producciones independientes que no formen parte de ese sistema.
En la conferencia de prensa brindada en la Facultad de Ciencias Sociales a alumnos de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires, el director de La cruz del sur afirmó: “Cada vez cuesta más hacer algo independiente”. Y se refirió sobre todo al género de ficción, el cual resulta un medio caro y determinado por los gustos de quienes poseen los recursos necesarios para llevarlo a cabo. El cineasta reconoció que quienes deciden trabajar fuera de ese sistema comercial deben atravesar un camino mucho más lento y con infinidad de obstáculos. “Yo ocupo en el medio un lugar marginal por decisión propia, mi forma de ver no tiene que ver con la forma industrial de hacer cine”, sostuvo Reyero.
Por otra parte, anunció que está trabajando en dos proyectos al mismo tiempo. Una ficción, sobre la que prefirió no adelantar nada, y un documental sobre una familia de campesinos del Chaco que vivieron cuatro años en un monte escapando de la represión militar durante la última dictadura. “Nosotros conocemos el proceso de a dictadura acá en las ciudades, pero en el interior profundo fue tremenda”, opinó el director. En este caso, dijo que se trata de un proyecto que requiere de algún financiamiento, por las características de la película y los objetivos que se persiguen, ya que pretende internarse en el monte para revivir la historia de aquellas personas.
El productor de Dársena Sur explicó alguno de sus motivos por los que casi siempre incluye en sus films temáticas acerca de personas marginadas y dijo: “En el fondo pienso que no es tan marginal, son temas marginalizados. Es una temática más real, teniendo en cuenta el presente de nuestra sociedad, que muchas otras”. Además, Reyero dijo que a pesar de que una película no puede cambiar a la sociedad, sí cree en los cambios culturales, los cuales opina que son procesos más largos. Y sostuvo que nunca formó parte de un partido político, pero afirmó: “Mi militancia está en el modo de hacer las cosas que hago”.
El ganador del premio “Mejor director joven” otorgado en el Festival de Cannes en 2003 informó que ha recibido ofertas para realizar trabajos por encargo, pero que por desgracia de sus bolsillos no las aceptó debido a no estar plenamente convencido con las temáticas de las propuestas. Por su parte, dejó en claro que tanto la ficción como el documental son dos géneros que le gustan y que no tiene preferencias por ninguno. “Dentro de los documentales hay muchas cosas de ficción, como dentro de la ficción hay mucho de documental”, agregó el cineasta.
A la hora de recomendar un camino a seguir para los estudiantes de Comunicación Social, carrera de la cual Reyero egresó en 1995 de la UBA, sostuvo que la clave está en desarrollar proyectos que se puedan hacer con muy poco, que es cuestión de abrir los ojos y observar qué es lo que hay alrededor. “El principal rasgo que define a un director de cine es su sensibilidad de elegir, es el elemento más importante”, señaló. También dijo que la tecnología de hoy en día permite llevar a cabo ideas con muy pocos recursos. Y agregó que la carrera universitaria le dio un bagaje teórico que le permitió desenvolverse de una buena manera en su profesión, y más aún estudiando en la Universidad pública, la que provee una formación que las instituciones privadas, en su mayoría, no ofrecen. Reyero hizo referencia a diferentes formas de financiamiento disponibles en el ámbito cinematográfico nacional, e informó que El Fondo Metropolitano de las Artes es un lugar al cual se puede concurrir en busca de un apoyo económico para comenzar con un proyecto fílmico. Y, a su vez, el Instituto del Cine otorga dinero para el desarrollo de esos proyectos. “La clave está en la forma de presentar las ideas”, afirmó Reyero.

viernes, 18 de julio de 2008

“La televisión se está comiendo al cine”

Por Juan Martín Bregazzi (Comisión 10)

El director de cine Pablo Reyero participó en una conferencia realizada en la Facultad de Ciencias Sociales, de la UBA, en la que disertó frente a un grupo de estudiantes de la carrera Ciencias de la Comunicación. Habló sobre sus comienzos como director y también describió el estado actual de la industria cinematográfica y como ésta debe resistir los avances de una lógica televisiva cada vez más dominante.
Observar desde cierta distancia
El cine puede servir para captar lo que sucede en la realidad, aunque aquello que se filma distará de ser lo que efectivamente ocurre. Un hombre con una cámara no es más que un hombre con un dispositivo técnico, y aquello que graba, dependiendo de lo que sea, podría resultar condicionado ante la presencia del dispositivo. Pero lo anterior no es más que una serie de conclusiones que probablemente hayan formado parte del bagaje teórico incorporado por Pablo Reyero (42) en sus estudios, ya que transcurrió su vida académica en la carrera Ciencias de la Comunicación, donde este tipo de perspectivas son elementos frecuentes de discusión. Y es sobre este punto donde hizo hincapié en los primeros minutos de su charla. Reyero habla y desprende al hacerlo tranquilidad; piensa antes de responder una pregunta, busca la palabras adecuadas (lo que lo lleva a titubear en algunos momentos). “Está bueno tener un bagaje teórico que nos permita hacer desde otro lugar. Todas las historias están contadas y hay que buscar la manera de encontrar la forma de contar esos conflictos, ver desde qué óptica se contará”. Destaca lo que aprendió en la facultad, lo que, comenta, le sirvió para construir las historias que luego se eternizaron al cristalizarse en sus películas, muchas de ellas muy bien recibidas por la crítica, como Dársena Sur y La Cruz del Sur.
Pero Reyero no parece ser un director que, después de haber percibido los beneficios de una buena recepción –obtuvo un premio al “Mejor Director Joven de los países latinos” en el Festival de Cannes 2003– comience a pensar que su éxito lo llevará a tener una vida futura sin complicaciones. “El premio estuvo bien pero no dejás de darte cuenta de que sos absolutamente marginal ahí. Disfrutás de la alegría que provoca ese momento pero sabés que las cosas van a seguir siendo duras”, comenta. Lo marginal, el estar fuera del centro, es una temática que se repite en la vida del director. Su origen humilde en Villa Gesell así como su decisión de seguir un camino poco común en su profesión, permiten definir a Reyero como un director alternativo; un director que no sigue la línea de lo hecho, sino que construye un horizonte de expectativas y logros propios. Y la confluencia de lo vivido con su profesión terminan consolidando las temáticas que elije a la hora de contar una historia: “Los temas de mis películas tienen que ver con el lugar de donde yo vengo, con lo que uno es: me crié en Villa Gesell; provengo de una familia de clase baja. Siempre fui medio callado, de observar desde cierta distancia. “
Historias debajo de baldosas
Dentro del ámbito de la crítica cinematográfica nacional existe una tendencia a clasificar cierto tipo de películas como parte de un “nuevo cine argentino”. Estas películas compartirían elementos similares: relato de historias de “gente común”, tomas largas, fotografía sencilla, situaciones cotidianas y realistas. Pequeñas historias que reflejarían, desde su aparente particularidad, un momento determinado de la situación sociocultural del país. Cuando se estrenó Dársena Sur en 1997, los comentarios no tardaron en definirla como una de los principales exponentes de este nuevo cine, lo que llevó a catalogar a Pablo Reyero como un “cultor” de este tipo de obras. Sin embargo Reyero niega la importancia de la clasificación y advierte acerca de sus desventajas: “los rótulos pesan más que ayudar a algo. Ayudan a objetivizar un movimiento que es mucho más complejo y no tan claro”. Además de las singularidades de lo que se cuenta, la manera de hacerlo es lo que hace en definitiva imposible resumir en un “rótulo”, en una “etiqueta” un conjunto de producciones que se develan plenamente heterogéneas.
Encontrar historias y realizar una película original a partir de ellas es una de las aspiraciones más importantes de Reyero: “Hay que encontrar una historia debajo de cada baldosa. Ver qué hay cerca y encontrar la historia que más en concordancia esté con la necesidad interior de uno.” Agrega sin embargo que a la hora de la realización fílmica hay que enfrentarse con los límites que impone el presupuesto disponible. De todas maneras Reyero insiste en que, independientemente del dinero que se tenga, es siempre posible contar una historia con imágenes y sonidos. La tecnología, describe, ha permitido que con una cámara barata y una producción casera se pueda realizar un trabajo digno.
Las limitaciones más profundas no provienen de los costos de producción -una historia interesante seguirá siéndolo aún con las barreras materiales más evidentes-. Provienen, en cambio, de las modificaciones en el lenguaje cinematográfico impuestas por una lógica televisiva que expande su campo de acción en forma constante. “Indudablemente la televisión se está comiendo al cine como el video se está comiendo al fílmico. La tv está modificando la forma de percepción y el lenguaje cinematográfico, por eso vemos un predominio del uso del teleobjetivo y la utilización frecuente de los primeros planos”, opina al respecto. Esta influencia de la televisión en el cine no sólo está dada, dice, por un “avance” de la televisión en la vida actual, sino por el origen del financiamiento que reciben las producciones cinematográficas, el que actualmente proviene de la gran industria televisiva. Y ante las exigencias del medio la cuestión está en qué hacer para no perder la esencia personal: “Siempre respondiendo a mi tiempo interno, a lo sumo voy a tratar de adecuar el nuevo medio a mi manera de contar. No es que vaya a adecuar mi manera de contar al nuevo medio”. Y después de ver qué hacer hay que simplemente hacerlo. Reyero afirma que “en el hacer uno aprende, no hay quedarse colgado de las necesidades faraónicas que nos impidan hacer. Es lo más importante, porque el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos.” No quedarse en el plano de las ideas y lograr lo que se quiere, superando obstáculos, como lo está logrando Pablo Reyero.

miércoles, 16 de julio de 2008

COMISIÓN 10

Luego de la corrección, espero que me manden por mail los siguientes trabajos sobre la conferencia de Pablo Reyero para subir al blog:
Ramiro De Anchorena
Daniel Bestty Gil
Agustín Debesa
Juan Martín Bregazzi
Pablo Tochohuet
Recuerdo a la comisión 8 que espero los trabajos de:
Camilo Alves /Lucía Entin /Maia Jastreblansky

jueves, 10 de julio de 2008

Entrevista al director Pablo Reyero, egresado de la carrera de Comunicación

Por Sandra Spina (Comisión 8)
En el mismo lugar donde hacía poco más de una década interactuaba con cámaras y aprendía gran parte de su oficio, el director y periodista Pablo Reyero reflexionó sobre diversos aspectos y motivaciones de su carrera y trabajo profesional. El marco fue una conferencia de prensa realizada el lunes 9 de junio, en el estudio de televisión de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, para alumnos de la carrera de Ciencias de la Comunicación.
Con un estilo cordial y un tono de voz suave, Reyero se mostró amable y nada reticente. Su discurso marcó el transcurso de una entrevista cargada de seguridad y sinceridad.
¿Cuál cree que fue el aporte de la carrera para la manera de documentar la realidad en su trabajo?
Me dio un bagaje teórico muy diverso, una capacidad de analizar la realidad que es una herramienta única de esta carrera que no está en ningún otro lado. Eso me sirvió para la vida, en general, y para la profesión, en particular.
¿Siente que faltó algo?
Quizás más fuertemente la parte práctica, pero después lo adquirí en el propio trabajo mediante ensayo y error, y en la lucha por conseguir un trabajo, en colaboraciones en la gráfica o investigaciones para televisión.
¿Cómo fue su inclusión en el ambiente cinematográfico teniendo en cuenta que su formación fue en la UBA y no en una universidad específica de cine?
Es más difícil pero la UBA cuenta con gran reconocimiento y se valora la teoría. Es el gran valor que tiene la universidad pública y hay que defenderlo. En mi caso particular, también tiene que ver con elegir dónde pararme dentro de lo audiovisual y en Argentina. Dentro de este medio, ocupo un lugar más o menos marginal por decisión, busco proyectos puntuales y me mantengo más al margen. Mi forma de hacer cine poco tiene que ver con la forma industrial.
¿Específicamente qué fue lo que lo llevó a elegir esas temáticas más underground del suburbio, como las drogas o la violencia?
Porque me parece que es más real eso que otros temas. En el fondo, creo que es un mundo cotidiano. Los temas no son tan marginales, sino marginalizados. Y ahí está la veta periodista para develar la historia oculta debajo de la baldosa y buscar la verdad en su esencia.
¿Cree que influye o ayuda a cambiar la sociedad el hecho de mostrar la verdad?
Una película no va a cambiar la sociedad, ni va a hacer una revolución. Sí creo en los cambios culturales, en los sistemas de pensamiento, que son procesos a más largo plazo. Hoy en día la batalla es social. Pero en el terreno de las culturas se disputa también el hecho de intentar hacer de este mundo un lugar un poco mejor.
Después de Dársena Sur, la prensa marcó el inicio de un “nuevo documental argentino”, ¿qué opinión le merece?
Ninguna. Los rótulos pesan más de lo significa realmente ayudar a alguien. Tienen que ver con necesidades de la crítica, de un sistema. Son definiciones que ayudan a objetivizar un movimiento complejo y no tan definido. No creo en ese boom del “nuevo cine documental argentino”. Hay muchas raíces para rastrear a lo largo de la historia que demuestra que eso no es así.
¿A qué se debió su pasaje a la ficción?
Ficción siempre quise hacer. En realidad me llevó mucho tiempo llegar a hacer mi primer película de ficción porque no es fácil teniendo en cuenta que es un medio muy caro y que, en el mundo, todos los recursos cada vez están más concentrados en menos manos. Ellas hacen que sus propias motivaciones y negocios moldeen determinados gustos. Las películas del “nuevo cine” no dejan de ser moda y venden porque les conviene, son un negocio. Realmente cada vez cuesta más hacer películas independientes de la cabeza.
¿Tuvo que ceder en algo para hacer sus películas?
No, en realidad el camino se hace más lento. Siempre intenté hacer todo lo que me gustaba y me han salido cosas buenas y malas. Todo tiene sus pros y sus contras: podes hacer sólo lo que querés y camo lo querés, pero tenés que aguantar más todos los escollos que se puedan presentar.
¿Tuvo propuestas de la industria cinematográficas que le hayan atraído?
No acepto propuestas para hacer algo con lo que no esté convencido porque no me saldría, no tiene que ver con mi naturaleza. Las tres o cuatro oportunidades que tuve para hacer una película concreta por encargo, pero con algo que no me interesaba, no acepté. (Hace una pausa y se ríe) para desgracia de mi bolsillo.

Pablo Reyero: Un hacedor de caminos

Por Mariano Garuti (Comisión 8)
Pablo Reyero se define como un tipo callado, de pueblo chico. Tal vez la condición de su lugar de origen lo llevó a ocuparse de temas marginales o, como prefiere considerar, “marginalizados”. Sus realizaciones, que tienden a mostrar los costados menos glamorosos de la sociedad, llegaron a competir con superproducciones de Hollywood en festivales internacionales como el de Cannes. En una conferencia llevada a cabo en la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), este pueblerino de pocas palabras no hace silencio y cuenta, entre otras cosas, cómo fue el camino que lo llevó a ocupar un lugar destacado en el cine nacional.
En 1988, Reyero partió de su Villa Gesell natal con el objetivo y el hambre de estudiar. El destino fue la ciudad de Buenos Aires; su casa de estudios, la facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
¿Por qué eligió la carrera de Ciencias de la Comunicación?
En realidad, buscaba un bagaje teórico amplio y esta carrera me lo dio. Fui construyendo una herramienta para analizar la realidad y, a fin de cuentas, me sirvió para la vida en general y la profesión en particular. La teoría de la UBA no se encuentra en otro lado, hay que valorarla, y aunque al final sentí que me faltó práctica, traté de que sea el trabajo el lugar para adquirirla.

En 1995 Reyero recibió el título de Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Ese mismo año comenzó a realizar, como autor/director, su segundo documental, Dársena Sur. En él, representó temas como la juventud, marginalidad y violencia, a partir de tres historias de vida de jóvenes que viven en los alrededores del polo petroquímico de Dock Sud, ubicado a sólo cinco minutos del centro de la ciudad de Buenos Aires, y considerado el lugar más contaminado del país.
¿Cómo surge la decisión de lo “marginal” a la hora de hacer documentales?
Yo vengo de un mundo más cercano a eso, tiene más que ver conmigo. Soy de Villa Gesell, de una familia de clase baja, me crié prácticamente en la naturaleza y siempre fui medio callado, de observar desde cierta distancia las cosas. Eso hace que con el tiempo uno vaya teniendo ciertos gustos, se fije en ciertos temas. Ocupo un lugar marginal por elección, porque no encajo con la manera industrial de hacer cine, no es mi forma. De todos modos, no creo que sean temas “marginales”, sino “marginalizados”.
¿Milita o militó en algún partido?
No, ni siquiera en mis años de estudiante. Mi militancia tiene que ver con lo que hago. Sé que una película no va a cambiar la sociedad pero puede sumar a la hora de pensar cambios culturales, de esquemas de pensamiento. En la actualidad, la batalla es cultural.

La Cruz del Sur (2003) y Ángeles Caídos (2007) fueron las últimas realizaciones de este autor, que aclara que no ubica al documental por encima de la ficción, sino que prefiere un cruce entre ambos. En esta última obra se expone la dura realidad de los personajes con una cuota de optimismo. Tres jóvenes se abren camino y esquivan los obstáculos cotidianos de su mundo a través de la música, otra de las pasiones de Reyero. “Los personajes fueron productos de una rigurosa selección”, revela el director sobre un proceso al que ya está acostumbrado. El elenco de La Cruz del Sur, por ejemplo, estuvo integrado en su mayoría por habitantes de la zona de rodaje, fruto de un casting que duró casi un año y medio.
En el ámbito profesional, Reyero deambuló por las diversas aguas del periodismo. Escribió en Página/12 y en la revista Viva de Clarín, realizó documentales para televisión, trabajó como investigador periodístico en ciclos como El Otro Lado y Bajo Palabra, conducidos por Fabián Polosecki y Joaquín Morales Solá, respectivamente. A pesar de haber experimentado en diferentes ámbitos y tareas a lo largo de su carrera, es evidente que encontró en el cine un lugar para desarrollar su vocación. Confiesa que su mayor virtud como director es la “sensibilidad del tiempo, del ritmo, algo principal a la hora de ocupar ese rol”.
Reyero no puede ocultar su pasión, que hace de su trabajo una afición. Enumera una enorme lista de directores que lo marcaron, desde Leonardo Fabio hasta Pino Solanas y, de la misma manera, se cuelga varios minutos mencionando parte de la programación de Canal 7, donde se desempeña como asesor de cine desde mayo de 2006.
Después de dos horas de conferencia frente a los estudiantes de Comunicación, este hombre de pelo gris y barba prolijamente larga, se despide con algunas recomendaciones dignas de ser escuchadas. Habla de fuentes de financiamiento al alcance de todos, de subsidios que no son difíciles de conseguir, de la necesidad de “encontrar una idea debajo de cada baldosa” y de las posibilidades de darle viabilidad a esas ideas. Si las chances de llevar adelante un proyecto se dificulta por esos medios, “te buscas tres amigos, una mini DV, y está todo bien”, remata con convicción. Con tono seguro, de consejo autorizado, expuso sus ideas como alguien que ya dio los pasos del auditorio, que conoce sus deseos y sus fantasmas. Logró mostrar parte de un camino que, según él, se hace caminando.

miércoles, 9 de julio de 2008

Notas Reyero

Estimados:
He corregido todas las notas de la Comisión 8 y la verdad que me he llevado una grata sorpresa, en su mayoría están muy bien. Ha sido interesante la mezcla de géneros seleccionados y un placer leerlas. Aquí envío las sugeridas para publicar en el blog, les pido que me la manden a mi dirección de mail:
Mariano Garuti
Camilo Alves
Lucía Entin
Maia Jastreblansky
Sandra Spina
Las de la Comisión 10 las estoy corrigiendo, así que en el transcurso de esta semana o la que viene pediré que me envíen las sugeridas.
Gracias, saludos, Clarisa.

jueves, 3 de julio de 2008

Vacaciones

Hola a todos:
Como sabrán los que pasaron a buscar la nota de su parcial el lunes 30 de junio, para las vacaciones de invierno les he encargado la lectura de un libro periodístico. La idea es que se vayan adentrando en el periodismo de invstigación y que incorporen técnicas narrativas para construir historias y personajes, ya que como saben el periodismo es también contar historias. Por otro lado, en el segundo cuatrimestre abordaremos el "Nuevo periodismo" y algunos de estos escritores son los padres y seguidores de ese género.
Apelo a su honestidad para que los que ya hayan leído algunos de estos trabajos elijan un nuevo texto. Aquí va la lista:
1- A sangre Fría, Truman Capote.
2-Operación Masacre, Rodolfo Walsh.
3-La pasión según Trelew, Tomás Eloy Martínez.
4-Cuando me muera quiero que me toquen cumbia, Cristian Alarcón.
5-La ley y las armas. Biografía de Ortega Peña, Felipe Celesia y Pablo Waisberg.
Por otro lado, aquellos que no hayan entregado la nota sobre la conferencia de Pablo Reyero me la pueden enviar por mail. En unas dos o tres semanas empezaré a solicitar las coberturas que más me gustaron para subir al blog, así que les pido que estén atentos, porque no tengo todos sus mails.
Buenas vacaciones, saludos, Clarisa.