viernes, 18 de julio de 2008

“La televisión se está comiendo al cine”

Por Juan Martín Bregazzi (Comisión 10)

El director de cine Pablo Reyero participó en una conferencia realizada en la Facultad de Ciencias Sociales, de la UBA, en la que disertó frente a un grupo de estudiantes de la carrera Ciencias de la Comunicación. Habló sobre sus comienzos como director y también describió el estado actual de la industria cinematográfica y como ésta debe resistir los avances de una lógica televisiva cada vez más dominante.
Observar desde cierta distancia
El cine puede servir para captar lo que sucede en la realidad, aunque aquello que se filma distará de ser lo que efectivamente ocurre. Un hombre con una cámara no es más que un hombre con un dispositivo técnico, y aquello que graba, dependiendo de lo que sea, podría resultar condicionado ante la presencia del dispositivo. Pero lo anterior no es más que una serie de conclusiones que probablemente hayan formado parte del bagaje teórico incorporado por Pablo Reyero (42) en sus estudios, ya que transcurrió su vida académica en la carrera Ciencias de la Comunicación, donde este tipo de perspectivas son elementos frecuentes de discusión. Y es sobre este punto donde hizo hincapié en los primeros minutos de su charla. Reyero habla y desprende al hacerlo tranquilidad; piensa antes de responder una pregunta, busca la palabras adecuadas (lo que lo lleva a titubear en algunos momentos). “Está bueno tener un bagaje teórico que nos permita hacer desde otro lugar. Todas las historias están contadas y hay que buscar la manera de encontrar la forma de contar esos conflictos, ver desde qué óptica se contará”. Destaca lo que aprendió en la facultad, lo que, comenta, le sirvió para construir las historias que luego se eternizaron al cristalizarse en sus películas, muchas de ellas muy bien recibidas por la crítica, como Dársena Sur y La Cruz del Sur.
Pero Reyero no parece ser un director que, después de haber percibido los beneficios de una buena recepción –obtuvo un premio al “Mejor Director Joven de los países latinos” en el Festival de Cannes 2003– comience a pensar que su éxito lo llevará a tener una vida futura sin complicaciones. “El premio estuvo bien pero no dejás de darte cuenta de que sos absolutamente marginal ahí. Disfrutás de la alegría que provoca ese momento pero sabés que las cosas van a seguir siendo duras”, comenta. Lo marginal, el estar fuera del centro, es una temática que se repite en la vida del director. Su origen humilde en Villa Gesell así como su decisión de seguir un camino poco común en su profesión, permiten definir a Reyero como un director alternativo; un director que no sigue la línea de lo hecho, sino que construye un horizonte de expectativas y logros propios. Y la confluencia de lo vivido con su profesión terminan consolidando las temáticas que elije a la hora de contar una historia: “Los temas de mis películas tienen que ver con el lugar de donde yo vengo, con lo que uno es: me crié en Villa Gesell; provengo de una familia de clase baja. Siempre fui medio callado, de observar desde cierta distancia. “
Historias debajo de baldosas
Dentro del ámbito de la crítica cinematográfica nacional existe una tendencia a clasificar cierto tipo de películas como parte de un “nuevo cine argentino”. Estas películas compartirían elementos similares: relato de historias de “gente común”, tomas largas, fotografía sencilla, situaciones cotidianas y realistas. Pequeñas historias que reflejarían, desde su aparente particularidad, un momento determinado de la situación sociocultural del país. Cuando se estrenó Dársena Sur en 1997, los comentarios no tardaron en definirla como una de los principales exponentes de este nuevo cine, lo que llevó a catalogar a Pablo Reyero como un “cultor” de este tipo de obras. Sin embargo Reyero niega la importancia de la clasificación y advierte acerca de sus desventajas: “los rótulos pesan más que ayudar a algo. Ayudan a objetivizar un movimiento que es mucho más complejo y no tan claro”. Además de las singularidades de lo que se cuenta, la manera de hacerlo es lo que hace en definitiva imposible resumir en un “rótulo”, en una “etiqueta” un conjunto de producciones que se develan plenamente heterogéneas.
Encontrar historias y realizar una película original a partir de ellas es una de las aspiraciones más importantes de Reyero: “Hay que encontrar una historia debajo de cada baldosa. Ver qué hay cerca y encontrar la historia que más en concordancia esté con la necesidad interior de uno.” Agrega sin embargo que a la hora de la realización fílmica hay que enfrentarse con los límites que impone el presupuesto disponible. De todas maneras Reyero insiste en que, independientemente del dinero que se tenga, es siempre posible contar una historia con imágenes y sonidos. La tecnología, describe, ha permitido que con una cámara barata y una producción casera se pueda realizar un trabajo digno.
Las limitaciones más profundas no provienen de los costos de producción -una historia interesante seguirá siéndolo aún con las barreras materiales más evidentes-. Provienen, en cambio, de las modificaciones en el lenguaje cinematográfico impuestas por una lógica televisiva que expande su campo de acción en forma constante. “Indudablemente la televisión se está comiendo al cine como el video se está comiendo al fílmico. La tv está modificando la forma de percepción y el lenguaje cinematográfico, por eso vemos un predominio del uso del teleobjetivo y la utilización frecuente de los primeros planos”, opina al respecto. Esta influencia de la televisión en el cine no sólo está dada, dice, por un “avance” de la televisión en la vida actual, sino por el origen del financiamiento que reciben las producciones cinematográficas, el que actualmente proviene de la gran industria televisiva. Y ante las exigencias del medio la cuestión está en qué hacer para no perder la esencia personal: “Siempre respondiendo a mi tiempo interno, a lo sumo voy a tratar de adecuar el nuevo medio a mi manera de contar. No es que vaya a adecuar mi manera de contar al nuevo medio”. Y después de ver qué hacer hay que simplemente hacerlo. Reyero afirma que “en el hacer uno aprende, no hay quedarse colgado de las necesidades faraónicas que nos impidan hacer. Es lo más importante, porque el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos.” No quedarse en el plano de las ideas y lograr lo que se quiere, superando obstáculos, como lo está logrando Pablo Reyero.

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