viernes, 28 de septiembre de 2012

Clase 1° de octubre

Recuerden que deben traer los avances de sus revistas si es posible con el esquema y sumario terminado, incluso, si tienen, alguna nota.
Saludos, Clarisa.

LA INTERCULTURALIDAD: UNA BÚSQUEDA INCESANTE POR ENCONTRAR NUESTROS ORÍGENES


El feriado del 12 de octubre suele encender viejas discusiones sobre un conflicto que sigue siendo actual: ¿fue un encuentro entre culturas o la destrucción de la propia? De un lado, están aquellos quienes proponen celebrar el día, para conmemorar el encuentro de culturas que produjo la llegada de los españoles a América en 1492. Contrarios a esa opinión, los defensores de los pobladores originarios insisten en que celebrar esta fecha es rendirle honor a uno de los mayores genocidios que se haya vivido en la historia de la humanidad.
Por María Eva Carfagnani
La experta en relaciones internacionles y actual colaboradora del Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), Marta Chavero, habla sobre este tema y sobre cómo se vive la problemática y la lucha por los derechos de los pueblos originarios en Argentina. Chavero se incorporó recientemente al “Equipo Pueblos Originarios” dentro de la organización presidida por el premio nobel de la paz Adolfo Perez Esquivel, y actualmente coordina el taller anual de Interculturalidad que se realiza cadda año.

El taller de Interculturalidad tiene como tema principial la defensa y lucha por lo derechos de los pueblos originarios. ¿En qué consiste el concepto interculturalidad para ustedes?

Se refiere a la interacción entre el pueblo y grupos étnicos en un marco de respeto y reconocimiento a la otra cultura. En ese sentido estamos hablando de convivir y de respetar. Lo que no se concibe en la interculutralidad es que una cultura esté encima de la otra. Estamos partiendo de una equidad de oportunidades, de transmitir lo que el otro tiene y convivir con ello. Básicamente es convivencia entre culturas.

Los pueblos indígenas, cada uno tiene su propio bagaje cultural: idiomas, tradición, valores diferentes a los otros pueblos. Y en ese sentido nace nuestro concepto de Interculturalidad, porque los pueblos indígenas han sido invisibilizados y no tratados como se debe en su valor cultural y de raíces. ¿Qué nos compete a nosotros los argentinos? Verificar cuáles son esas raíces, promoverlas y revitalizarlas.

El objetivo del taller sería entonces reinvidicar las raíces de nuestra  población. ¿Qué papel juegan actualmente los pueblos originarios para la Argentina?

Es un conjunto de elementos, una idiosincracia. No caben esas palabras de que no tenemos identidad cultural. Lo que pasa es que desgraciadamente los pueblos indígenas desde siempre se han visto invisibilizados y discriminados y hay otra palabra que yo agregaría: la indiferencia. Porque los vemos en muchas manifestaciones culturales, los vemos y lo que queremos es una foto con ellos pero no hay políticas culturales, sociales en beneficio de estos pueblos. Digamos que ahora sí hay un lucha que es a través de organizaciones de pueblos indígenas. Pero hay mucho trabajo pendiente.

¿Cuál es la relación con el gobierno provincial y nacional?

(Respira profudamente y se toma su tiempo para contestar)Es difícil responder. Se puede decir que se han mantenido las mismas exigencias con este gobierno que con los anteriores. Es innegable que se han conseguido muchas cosas, pero no creo que sea por la acción del gobierno, sino por la lucha de los Pueblos Originarios y las organizaciones que los acompañamos. Es cierto, que este gobierno ha respondido a varias demandas pero para nosotros se debe a que hay un nivel más alto de oganización, y no a que este gobierno atiende la causa indígena más que otros. Por ejemplo, se viene trabajando en materia educativa, se suman docentes bilingües, pero los contenidos de estudio no cambian. Entonces en algunas escuelas se enseña en idioma autóctono la historia de los los “blancos”, pero no hay contenidos sobre la propia historia, la de de nuestros pueblos.

El Taller busca la educación y la discusión sobre la temática indígena, pero en él participan docentes, estudiantes universitarios, persona adultas. ¿Cuáles son las reformas que se están buscando en el rol de la educación a nivel escolar?

Yo diría que básicamente el sistema educativo tiene que influir más. Conocemos de otras culturas, la Maya, los Incas, los Aztecas. Pero no conocemos de nuestros propios pueblos. ¿Quiénes conocen de estas culturas? ¿Qué nos enseña el sistema educativo sobre estas culturas? Hay que reformular la currícula e introducir estos temas.

En la actualidad se habla de inlusión, ¿en la cotidianeidad qué se podría hacer en los hogareS?

Que se quite la indiferencia, que haya un reconocimiento, una revalorización. Que no los veamos como algo folcrórico, como una exhibición. Existe una población indígena que tiene que ser parte de nuestra cotidianeidad. Hay que trabjar mucho con el sistema educativo, con las casas de las cultura de cada provincia, que son las brindan más oportunidades a estos pueblos para realizar sus propias iniciativas.

Las diferencias que hay en nuestro país no solo vienen propiciadas por las clases sociales, o por los extranjeros, sino que tenemos en Argentina muchas comunidades, que tienen su autonomía cultural y sigue habiendo un desconocimiento profundo entre ellas. A veces hay faltas de respeto muy grandes, ya sea por la lengua, por las costumbres, por lo que se le pide al gobierno. El desconocimiento y la falta de respeto son elementos esenciales en la lucha por la interculutralidad.
Y ¿por qué cuesta tanto? ¿Hay falta de tradición o de educación?

Hay una tradición homogeneizadora, una tendencia histórica que busca eso y así niega lass diferencias. Los conflictos lejanos son más fáciles de manejar, mientras que los próximos nos incluyen y son más difíciles. Por eso desde nuestra organización lo que intentamos difundir es la idea de que la interculturalidad no es hablar de los otros sino de nosotros, revisar nuestro bagaje cultural, y cómo nosotros nos vinculamos con los demás. Porque la diversidad la construímos nosotros, sea en plan diferenciador o en plan igualador. El punto de partida de cualqueir proyecto intercultural debe ser interrogarnos a nosotros mismos, sobre nuestra identidad y nuestra relación con los demás.

¿Cuál es su opinión sobre el Día del repesto a la diversidad cultural?

Hay 35 pueblos distintos en Argentina actualmente. Hay que ver y aceptar esta diversidad. Cada uno se viene organizando de distinto modo. ¿Cómo podemos aunar distintos pueblos originarios? Celebrar un solo día al año el hecho de que tenemos varias culturas dentro de la propia, es como celebrar el día de la madre: no es solo un día, es todos los días.

Lo que no hemos reconocido hasta ahora tampoco es sencillo darlo vuelta de la noche a la mañana. Desde nuestra perspectiva, este día también se puede tomar como un día de duelo, porque en lugar de un encuentro de culturas, fue el inicio de un genocidio.

La ley de medios les ha brindado un espacio a los pueblos originarios, ¿se ha podido aprovechar convenientement?

Las organizaciones indígenas propusieron una instancia para el derecho a la comunicación y es un gran logro para los pueblos poder expresarse en los medios. Lo ideal sería poder comunicarle a los argentinos que un 56% de ellos tiene decendencia indígena,y estos datos los hemos tomado de un  un estudio del Conicet, que tomó en cuenta a solo 12 provincias. Un 44% puede seguir apegado al dicho de que los argentinos “han bajado de un barco”, pero eso significa seguir negando la realidad. Si prestamos atención a las tonadas de Córdoba, Corrientes, Salta,entre otras, es eminente la marca que aun tenemos de los pueblos originarios hasta en nuestra forma de hablar. 

¿Cuál sería un deseo para los próximo años?

(Marta se sonríe) Quien quiera estar en sus territorios que lo pueda hacer, sin esperar la sentencia de desalojo. Que en las escuelas puedan aprender su idioma, y que se les enseñe a los mayores, también. Pensarnos en una Argentina distinta, una nueva sociedad que se acepte a sí misma, que madure, retomando cosas negadas y olvidadas. Una Argentina plurinacional, este tiempo es de lucha, de visibilización.

Entrevista al percusionista Luciano Larocca.


“QUE SUENE LO MÁS BAILABLE POSIBLE”
El grupo de percusión La Bomba del Tiempo se convirtió en un fenómeno sin precedentes en su rubro. Uno de sus músicos repasa las claves del éxito y las características particulares de este ambicioso proyecto musical.   
Por José María Previgliano 
Más o menos quince personas se juntan todos los lunes, desde hace seis años, en Ciudad Cultural Konex para animar una fiesta. Se ubican arriba de un escenario y mientras uno oficia de director, los demás golpean con manos, palos y palitos, diferentes tipos de tambores. El ensamble de esos sonidos basta para que cientos de personas no paren de moverse durante todo el show al ritmo de la percusión.
Luciano Larocca es uno de los animadores de este grupo que bautizaron como “La Bomba del Tiempo”. A través de sus palabras nos acercamos a este fenómeno explosivo que todas las semanas le ofrece a la Ciudad de Buenos Aires una fiesta imperdible.
¿Qué es la Bomba del Tiempo?
La Bomba del Tiempo es un grupo de percusión que hace improvisación guiada por un sistema de señas, que inventó Santiago Vázquez (el mentor de todo esto), basándose en otro sistema de señas que utilizó para la música contemporánea un tipo que se llama Butch Morris, que es de Estados Unidos. El sistema de señas se utiliza hace años, obviamente en la música contemporánea, pero también en la música clásica. Lo que hizo Butch Morris fue adaptar algunas cuestiones para poder improvisar, para que las señas no solamente sean conducción de una partitura escrita, sino que los músicos puedan, más o menos, proponer cosas. A partir de esto Santi tuvo una idea, y con La Bomba fuimos adaptando unas señas que tenían más que ver con la percusión, con el concepto de que sea más bailable, no que sea música contemporánea.
Entonces ya desde el comienzo se pensó en un show que estimule el baile…
En parte sí. Todos los que tocábamos percusión desde antes de La Bomba sentíamos que estaba la percusión pero que faltaba el baile, como el elemento de diálogo. Para mí, la percusión, el baile y el canto son los tres elementos fundacionales de la música, o por lo menos de la “percu”. Y van todos muy de la mano. En esos tres elementos yo veo que está todo y en la Bomba el baile está a full. Ya desde los primeros ensayos Santi nos decía: “chicos, hagamos que esto suene lo más bailable posible”. Y es un espacio que la gente tomó pero que, en realidad, nosotros en ningún momento propusimos. Sí decíamos: “bueno ahora vamos a tocar, así que párense”. Simplemente le pedíamos a la gente que se pare. Y a partir de ahí cada uno baila y hace la suya.
¿Considera que La Bomba es pionera de una movida de percusión bailable en Buenos Aires?
Habría que ver si somos los pioneros o si somos los únicos que lo hacemos. Qué se yo, me parece que hay una movida de percusión en la Argentina que se viene dando hace un tiempo. Tal vez la Bomba fue un grupo que colisionó ese movimiento de percusión que hubo en los 90, con un montón de grupos que todavía están dando vueltas, como Choque Urbano, La Orquesta amarilla, Kamaruko Percusión, La Chilinga. Son movidas de percusión muy grandes, que vienen laburando más desde la música brasileña o desde la música de la composición de la percusión. Lo cierto es que La Bomba es un grupo que puede ser pionero, pero yo creo que representa más una movida que se viene dando y que es una eclosión de todo eso, pero que a partir de ahora puede pasar cualquier cosa.
Se escuchan muchas influencias rítmicas en los shows. ¿Cree que La Bomba tiene un estilo propio?
Yo creo que lo estamos buscando. Hay como una sonoridad medio bomba, porque no somos especialistas en ningún ritmo. Si nos ponemos a tocar música de Brasil suena feo, si nos ponemos a tocar Chacarera nos suena feo, por más que todos somos re folkloristas. Si nos ponemos a tocar funk nos suena raro también. O sea que todo suena a la mitad. Lo que mejor nos suena es cuando nos ponemos a improvisar y nos salen esos ritmos con un montón de tambores que tienen una sonoridad particular. No sé si tenemos un estilo. No podemos hablar de un estilo Bomba. Yo diría que más que nada hay estilos de directores. Cada director tiene una forma de encarar el sonido y eso se escucha mucho.
Tradicionalmente los tambores acompañan a una melodía. ¿Nunca pensaron que el público se podía aburrir de tanta percusión?
Nunca pensamos que iba a pasar esto. Desde el principio todos íbamos a ensayar con los músicos que nos tocó y eso ya era increíble, porque son todos músicos de “Primera A”. Ya sonaba bien el hecho de estar ahí. Era lindo decir “me voy a tocar con Carto Brandan que es el mejor batero de jazz, con Mario Gusso, que en el folklore la tiene muerta, con Mariano Cantero, que toca en Aca Seca, que es la banda pionera de folklore en proyección”. Entonces pensaba que iba a ensayar con esos monos y que sea lo que sea. Mucho no me importaba. Pero cuando tocábamos en vivo empezó a pasar que la gente se divertía mirando. Era como mirar un partido de fútbol: había goles, había cantos tribuneros, había cosas con la que la gente vibraba y ahí se fueron adueñando de cosas. De repente parábamos de tocar un tema y uno empezaba a aplaudir a un pulso determinado y eso se terminaba transformando en el pulso del próximo tema.
Además de improvisar con la ayuda del público, ¿de qué otra manera se inspiran para que la gente vibre con su música?
¡Con los pifies! (Risas). Nosotros grabamos un disco en Niceto. Yo en ese momento tocaba la guancha, que es un instrumento que compré en Bolivia que esta increíble, y en el primer tema del disco estaba dirigiendo Santiago (Vázquez). En un momento nos hizo la seña de cortar, que es como la de cortar el pescuezo, para que terminemos y yo me colgué. Y seguí de largo y dije: “ya fue”. Si yo en ese momento paraba de tocar se iba a notar el pifie. Así que seguí de largo como si nada y le sonreí al chabón como diciendo: “no terminó hermano, no me cagués acá”. Y efectivamente quedó así en el disco. Y es un pifie tremendo. Pero la gente en ese momento explotó. Se oyó un vacío que dio lugar a la intervención del público que gritó, se copó y levantó más. Nosotros siempre trabajamos el hecho de que si alguno sigue de largo o pasa algo, la que va es la que es. Es más verdad eso que poner cara de pifie. 

jueves, 27 de septiembre de 2012

“Soy avaro del prestigio”

Hernán Casciari, el creador de Orsai, una revista sustentada íntegramente por sus lectores, cuenta cómo es construir un medio sin traicionarse.
Por Fernanda Ibañez
Su morral está en la mesa y escucha atento mientras arma un cigarrillo. Sesea sutilmente, está a mitad de camino entre el acento español y el castellano argentino, mezcla el voseo con un “güí fi”, como le dicen allá. Hernán Casciari es el escritor y editor de Orsai, una revista creada con una premisa: “Nadie en el medio”. Entre sus páginas no hay publicidad y son los propios lectores los que la distribuyen por toda Hispanoamérica.
Un solo click en “registrar” en una página para crear un weblog -allá por el año 2004, cuando apenas surgían las bitácoras virtuales- desembocó en un proyecto que hoy involucra a más de 6 mil suscriptores anuales, un bar en San Telmo y una editorial que plantea un reparto de ganancias del 50/ 50 con el autor de la obra.
Insiste en que nunca imaginó el éxito de “Más respeto, que soy tu madre”, una blogonovela que fue adaptada para el teatro por Antonio Gasalla y desde hace varios años presenta en la cartelera de la calle Corrientes. Orsai es su segundo proyecto en Internet y se embarca junto con Christian “Chiri” Basilis, su amigo de la infancia, en la construcción de una revista sin precedentes.
- ¿Qué se siente haber creado una comunidad de lectores?
Es muy loco, me voy enterando que organizan reuniones para recibir la revista, que se juntan a leer las notas en voz alta, hay gente que me cuenta que se conoció por Orsai y se ha casado. Hasta hay un perro en Uruguay que se llama Chiri y él no puede entenderlo.
- Estuviste en Uruguay hace poco en una reunión de lectores, ¿cómo fue esa experiencia?
Era un montón de gente, yo no quería dar una charla y habían puesto un micrófono entonces les dije que prefería charlar mesa por mesa. Ellos esperaban que dijera unas palabras, estaban un poco tímidos al principio. Cuando uno hizo una pregunta se rompió el hielo y comenzamos a charlar todos, eramos una bocha, estuvimos como tres horas. Cuando vengo acá, los lectores tienen más confianza. En otros países les resulta un poco más difícil romper esa barrera pero después está todo bien.
- ¿Orsai tiene un acercamiento al público muy diferente a los medios tradicionales?
Tenemos una foto de cada uno de los que compran la revista. En la revista 10 van a estar las 6 mil fotos de los suscriptores. No creo que haya algún medio gráfico que pueda poner la foto de cada una de las personas que compran durante un año y eso es comunicación directa. Es muy loco que exista eso. Además, es muy probable que nosotros hayamos hablado por e-mail con la mayoría y eso también es comunicación directa. Supongo que va a ser más habitual en el futuro.
Casciari vive hace 10 años junto a su familia en Sant Celoni, un pequeño pueblo catalán. Asegura que sale de su casa únicamente para cruzar el Atlántico y que prefiere quedarse a escribir antes de entablar una conversación con un español.“Soy un tipo muy ermitaño y anti social para algunos. No me gusta caretearla, se me complica mucho eso”, afirma. Sin embargo, se lo ve relajado y sonriente recorriendo el hotel boutique de San Telmo que tomó prestado como su hogar.
- ¿Para quién escribís? ¿Sos muy consciente de eso?
Siempre, todo lo que hago, lo hago mirando para acá. Escribo para mis amigos, para que se diviertan un poco y de una manera natural. De los 20 a los 30 hice una literatura de mierda porque quería ser inteligente, supongo que es algo por lo que hay que pasar. Yo leo eso, lo poquito que no quemé, y era muy pretencioso.
- ¿Cuándo encontraste tu estilo?
Cuando estuve seguro de que nunca iba a ser escritor, cuando me dejó de importar. Empecé a escribir en un blog algo que es anti literatura, escribía sobre el precio de las pizzas de Coto y yo venía de tratar de escribir literatura latinoamericana. Había ganado un premio por un cuento que no había nada menos mío que ese cuento. Quería ser inteligente, un García Márquez. Escribir en internet para Chiri y cuatro más, era como un “ya está, no voy a ser escritor” y eso fue una liberación. Antes hablaba el estúpido ese que no era yo y a partir del bog hablé desde un lugar que me resultaba cómodo, divertido. Nunca me había divertido escribiendo, durante 10 años había fingido que me divertía porque sospechaba que me daba chapa. Eran letritas porque sí.
Describe a Orsai como una universidad a la que asiste todos los días, comete errores y aprende a trabajar con periodistas e ilustradores a los que siempre admiró. “Hacer la revista es lo más divertido que hay, nunca me divertí tanto trabajando”, afirma y se define como un editor perfeccionista y obsesivo.
- ¿Qué es lo que tiene de especial Orsai?
Somos una revista de literatura, hay miles, pero lo que tenemos de diferente es cómo la comunicamos inicialmente. La manera en la que dijimos cómo íbamos a hacer las cosas fue de tal forma que después cada persona que lo había leído lo quiso contar a sus amigos. Fue el momento preciso para dar vuelta todo porque, te juro por dios, que me enojaba mucho con El País, La Nación y la editorial. No me gustaba cómo funcionaba, cómo me trataban, el marketing y la distribución era mala. Después pensé que no tenían la culpa, al final eran mis libros y tenía que hacerme cargo yo y no esa gente.
El número de Orsai lanzado a los suscriptores en el último mes incluye “la última entrevista” del Indio Solari, según las propias declaraciones de la figurita difícil y codiciada por el gran público amante del rock nacional. Sin embargo, el cantante despertó una polémica que circuló por los medios al asegurar que no se sentía reflejado objetivamente en la entrevista y que no coincidía con la postura del periodista que lo describió como un “bon vivant”.
- ¿Cómo repercutió en tu proyecto las declaraciones del Indio Solari?
Yo boqueo mucho con que no re imprimimos, que no me importa lo económico pero nunca habíamos tenido una prueba, una tentación. Tuvimos tanta visibilidad que si lo hacíamos teníamos toda la plata necesaria para seguir la revista el año que viene. Me llamaron de los canillitas para inundar la Argentina con esa revista. Te ponés a hacer números y sabés que tenés un año entero asegurado.
Una cosa es boquear y otra que te caiga la tentación. Fue una pruebita para mí, para mantenerme firme en lo que digo. Nuestro capital es el prestigio, dejó de ser la guita. Así como hay muchos que son avaros del dinero, yo soy avaro del prestigio. No voy a cometer cierta clase de errores. Me encanta ser talibán.                                                                                  

“La Iglesia Católica no es la única homofóbica”


Por Matías Pérez Ibarguren                                                                                       
Oscar Miñarro representa una visión autocrítica dentro de la Iglesia Católica. Sacerdote de una parroquia de Merlo, descubrió su vocación en su vínculo con un grupo de obreros de la fábrica en la que trabajaba cuando era joven. Según él, las religiones  “hemos adormecido a la gente y la hemos domesticado en su vínculo con Dios”. Habla del rol actual de la religión, advierte el fenómeno de las iglesias evangelistas diciendo que “no es una superación del catolicismo, es un adoctrinamiento peor todavía con una fachada de aplausos y de participación” y se opone a la posición del episcopado argentino con respecto a la reforma del código civil.

¿Qué potencialidad ves en la religión, en la fe, en la creencia como para trabajar desde ahí?
Yo veo mucha. El problema grande es que las religiones en general se fueron encerrando muy en si mismas y fueron cuidando más la parte dogmática, el cuidado de las tradiciones, el cuidado de lo celebrativo, las formas por sobre el verdadero sentido que tiene lo religioso. Estos días estaba leyendo una cosa muy interesante acerca de la historia de las religiones: antes que se generen las grandes ciudades los seres humanos tenían necesidad de lo religioso pero no tenían necesidad de la religión. Había un vínculo directo con Dios. Después, cuando fueron surgiendo, las grandes religiones se encargaron de administrar esa relación, ese vínculo de la gente con Dios. Entonces hemos como adormecido a la gente y la hemos domesticado en su vínculo con Dios de esa manera. Yo estoy totalmente en desacuerdo con ese estilo de religión. Yo trabajo mucho con una religión que muestre más que nada un vínculo con Dios que ayude a pensar qué quiero para mi vida, que no tengo que resignarme a los sufrimientos, a una vida chata, que humanamente me merezco un montón de cosas. Me parece que lo religioso tiene que acompañar muchas veces algunos procesos liberadores que tienen que ver con esto que yo le llamo el sentido de la vida.
¿Qué lugar tiene en vos la duda?
Para mi no existen las certezas. Yo voy haciendo camino. Y las certezas a veces son pequeñas. Yo personalmente no tengo duda de la existencia de Dios, tengo dudas de cómo se manifiesta a veces, es muy misterioso. A medida que pasan los años lo encuentro más misterioso, o es la palabra que encuentro para expresar lo que es Dios. Me gustaría que fuese mucho más claro a veces. No podés pensar en Dios sin el hombre como no podés pensar el hombre sin la trascendencia, después vos le ponés el nombre que quieras, yo le llamo Dios. Como los dos nos vamos haciendo, cuando yo digo en qué Dios creo también me tengo que preguntar en qué hombre creo. Cuando vos a mi me preguntás si yo dudo de Dios, también me tengo que preguntar ¿dudo del hombre? Según el Dios en el que yo crea es el hombre en el que creo. Si creo en un Dios que resuelve todo por mí, estoy creyendo en un hombre esclavizado y sumiso que tiene que estar dependiendo.
¿Es pesimista tu mirada con respecto al rol actual de las religiones?
Mmm… qué difícil… sí, soy pesimista (ríe). Soy pesimista en dos sentidos: los templos cada vez van a estar más vacíos en la medida que muestren a un Dios lejano. Y los templos cada vez van a estar más llenos en la medida en que presenten un Dios que manipula a la gente como si fuesen títeres.
¿Va a estar más lleno?
Sí, porque así como hay mucha gente que está buscando abrir su mente, abrir nuevos caminos, buscando ser forjadores de su historia y de la historia, hay mucha gente que le mete miedo esto y lo que tiene el tema de las religiones es que son muy manipuladoras de la conciencia. Entonces es más fácil que te digan qué hacer a que alguien te pregunte “¿vos qué creés que tenés que hacer?”. Las iglesias evangélicas, por ejemplo, que están muy llenas. Hay mucha gente que cree que es un fracaso del catolicismo, pero tampoco es una superación del catolicismo, es un adoctrinamiento peor todavía con una fachada de aplausos y de participación. Me preocupa porque también hay una mirada muy economicista de la cuestión: cuanto más aportás, Dios más te va a dar.
Yendo a una cuestión un poco más coyuntural, ¿Vos estás en contra de la posición del presidente del episcopado argentino de oponerse a las modificaciones del código civil?
En el modo en que lo hace sí. Después hay cosas que me generan duda. La otra vez escuché alguien que hacía un silogismo un poco tramposo. Decía: lo civil es distinto a lo religioso. Y después decía que lo civil tiene que ver con  lo técnico-científico. Pero por ejemplo con el tema de los embriones, estás en un teme filosófico, no meramente científico. Yo creo que si nos planteamos la pregunta de cuándo un embrión tiene vida, estás en un tema filosófico. Lo que podemos plantear es que en filosofía no existe una verdad absoluta. Que lo que existe son preguntas que generan distintas respuestas y que todas pueden ser aceptables en la medida que la justifiques. Pero ¿quién puede decir si el embrión tiene vida o no? Yo creo que ni el religioso ni el científico, queda en una cosa muy compleja.
Por ejemplo con el tema del matrimonio igualitario con el cual la jerarquía de la Iglesia se opone, desde este lugar en que decís que las leyes no tienen que ser prohibitivas, ¿vos estás a favor de que se avance en legalizar esto?
Sí, estoy a favor. Además, si yo digo que no se promulgue el matrimonio igualitario, ¿va a dejar de existir por eso? No, va a existir igual. Entonces, si existe la situación, ¿no tengo que favorecer que esa situación sea de dignidad para las personas que la están viviendo? ¿Que favorezcan una inserción mayor en toda la sociedad? Y yo, como Iglesia, ¿no puedo hacer sentir también que Dios acompaña esa situación?
Arancedo se opone diciendo que el matrimonio debe ser entre dos sexos diferentes por la complementariedad natural del hombre y la mujer…
Si él hace un planteo filosófico es comprensible desde lo filosófico. Puedo estar o no estar de acuerdo, pero si yo me pongo en la misma posición rígida estoy siendo igual que él. El riesgo de estas discusiones es la intolerancia en general. Yo culpo a Arancedo de intolerante y lo lleno de epítetos descalificativos que muestran mi intolerancia. En esas cosas no negocio: si soy tolerante soy tolerante, y si no, no. Es otro pensamiento distinto, justificado. Lo que no acepto es que ese pensamiento se imponga para todos.
En ese sentido podríamos decir que se está avanzando en grados de tolerancia porque, por ejemplo, se reconoce el derecho a casarse a personas del mismo sexo…
Si, claro… Yo he charlado con muchas personas que me han venido a manifestar su homosexualidad y algunos con dolor, con preocupación, con incomprensión socio-religiosa. Porque a la hora de ser realistas, ¿la Iglesia sola es la única homofóbica? ¿O si vos viajás en el Sarmiento y decís que sos homosexual te van a aplaudir y te van a felicitar? ¿La tele es abierta o todavía se siguen riendo de los que son afeminados? Y cuando vas de viaje de egresados, ¿no hay uno que siempre se termina vistiendo de mujer como cosa graciosa? Entonces me parece que por un lado es lo que se va avanzando en materia de leyes y otra cosa que es muy importante es la concientización en general de la sociedad que falta bastante… como incorporación cultural me parece que vamos en camino, pero es un proceso que va a llevar mucho tiempo.


Una casona inesperada en San Telmo


“CUALQUIER VERDURA ES UNA EXCUSA PARA DIVERTIRNOS Y COMPARTIRLO CON EL MUNDO”

Por María Cecilia Cartoceti
Violeta Brenman, co-fundadora de la tienda Cualquier Verdura, explica la dinámica de un espacio cambiante e indefinido por elección de sus dueños. Ya sea ropa o una heladera roja, un objeto kitsch o retro, todo está a la venta.
Una mujer pequeña observa a través de anteojos grandes y estilizados. Es Violeta Brenman, diseñadora industrial de la Universidad de Buenos Aires que, junto a su hermano Esteban, hizo de una casa de 1892 una tienda excéntrica y personal: Cualquier Verdura. Se trata de un proyecto en San Telmo que reúne piezas, misceláneas y remite a una visión particular sobre el diseño y la funcionalidad de los objetos. Mate en mano, Violeta comparte anécdotas.
¿Cómo surgió Cualquier Verdura?  
Abrimos en agosto de 2007, pero para explicarte tengo que volver en el tiempo hasta el 2005. Estaba cursando la última materia en la facultad y trabajaba con mi hermano en un taller que quedaba en lo de mis viejos. Nos juntábamos a crear objetos no necesariamente útiles a partir de computadoras viejas. A veces, solo las desarmábamos. Así, nos dimos cuenta de que teníamos ganas de poner un local, de seguir trabajando juntos y de lo divertido que es encontrar cosas.
Pero, ¿crearon algún objeto que les haya hecho pensar en este local? De desarmar y armar computadoras a una casa-tienda hay una gran distancia.
Sí, pero Cualquier Verdura no surgió de algo material, sino de ese vínculo que se generó entre nosotros. De todos modos, no nos imaginábamos esto. Cualquier Verdura, como es hoy, nació al encontrarnos con esta casa, ver su potencial y las posibilidades que teníamos.
¿Qué imaginaban cuando pensaban en su local?
Mi hermano y yo pensábamos en un salón grande que iba a tener cajones de verduras con distintas piezas de todo tipo. Pensábamos en una balanza hermosa para vender al peso, no sé, muñequitos. De ahí viene el nombre Cualquier Verdura.
¿De qué manera esta propiedad los condujo, de aquella idea primaria, a la tienda que tienen hoy?
Al principio, la casa estaba muy deteriorada y necesitaba mucho trabajo de restauración. Por su antigüedad, estaba protegida y había cosas que no se podían modificar. Nosotros estábamos de acuerdo con esa disposición. Nos dimos cuenta de que la casa debía seguir siendo una casa antes que un local porque es hermosa y tiene una estructura especial.
Los objetos, entonces, se tenían que relacionar con la propiedad y disponerse de acuerdo con su contexto. Además, ese orden particular era un permiso para mezclar estilos y tipos de piezas. Hoy uno ve los productos muy ordenados y cuidados, y tiene la sensación de que todo es muy costoso. En realidad, hay piezas baratas y otras que no lo son. Eso depende de la calidad y del stock del producto.
Si los objetos se relacionan con la casa, ¿qué pasa cuando se llevan algo muy relevante en un ambiente?
Al principio nos generaba un poco de angustia. Después nos dimos cuenta de que aquello nos permitía cambiar la estética de una habitación y reacomodar los objetos. Para nosotros es bueno poder ofrecer cosas nuevas. Para el cliente es bueno encontrarse con productos distintos.
Las piezas, además, se relacionan con las personas. ¿Qué dicen esos objetos de ustedes?
No sé, es una pregunta difícil. Para mí, destacan nuestro sentido del humor, de la apreciación por el producto bien hecho y por el buen diseño. Esos son atributos que pueden estar hasta en una baratija.
Entre los ‘50 y los ‘70, Argentina tuvo una producción industrial interesante y con un nivel de diseño muy bueno. En perfumería encontré matrices increíbles para, por ejemplo, un talco de niños que salía ¡nada! Ese nivel de industrialización permitía hacer productos híper complejos y masivos. En los ‘80 se cerró la importación de juguetes y se fabricaron bizarreadas muy interesantes.
¿Por ejemplo?
Todos esos juguetes imitación de Playmobil, los Playthings y los PlastiBoys que vendemos acá. Además, hay productos actuales que son juguetes y, en parte, esculturas coleccionables. Muestran que los adultos también compran cosas porque les gustan, más allá de su utilidad.
Entonces, ¿qué dicen los objetos de sus nuevos dueños?
Muchos de nuestros clientes son diseñadores, fotógrafos, artistas. Ellos eligen lo que les gusta y no tanto lo que dicta la moda. Nosotros buscamos que alguien llegue y se enamore de un producto porque es distintivo.
Me llaman la atención las etiquetas de las piezas. ¿Tienen algo que ver con ese carácter distintivo de alguna de ellas?
Tiene que ver con una necesidad de ser sinceros con los clientes. No nos interesa vender algo que es nuevo como si fuera algo antiguo. Las etiquetas amarillas marcan que algo es viejo y las blancas, que algo es nuevo.
Hay productos con etiquetas naranja, ¿cuál es su particularidad?
Se trata de objetos que nos gustan mucho y queremos que se queden, por eso les ponemos precios altos y les avisamos a los clientes a través de esa etiqueta naranja. Puede ser que no estén de acuerdo con el costo, pero no dejaríamos ir al producto por menos. En definitiva, el costo es irrelevante, pero tengo que explicar porqué un lápiz cuesta cinco pesos y una Sheaffer original, en su caja, vale 100 veces más.
Vi que toman fotos de los compradores de esos productos especiales. Hay una de un hombre con un porta-rollo de papel higiénico con radio, ¿puede ser?
Sí, se lo llevó un francés. Estaba en su caja, impecable. Lo más gracioso es que dos años después encontramos un producto muy similar pero que, en vez de tener una radio, venía con un dock para iPod. El producto era de Hong Kong pero estaba destinado a Estados Unidos, o algo así.
¿Dónde encuentran esos objetos?
Ahora mucha gente nos ofrece productos y ya no salimos tanto a buscar. Pero antes recorríamos barrios y locales con dueños tan antiguos como las cosas que nos interesaban.
Había un local en Luis Viale y otra calle que no recuerdo, en Villa Crespo, que era una perfumería y un bazar. Vimos un par de cosas de plástico en vidriera que nos gustaron y entonces entramos a preguntar. Al final, pasamos al depósito a revolver cajas. Eran cosas que ya no se vendían: una polvera, una taza.
Somos más activos compradores cuando viajamos. Traemos latitas, lámparas, veladores, cosas así.
¿Tienen algún criterio particular de selección?
Lo particular es que lo elegimos nosotros. Nos tiene que gustar y sorprender.
Pero, ¿por qué comprar cosas tan únicas para venderlas en lugar de conservarlas?
La verdad es que nunca fuimos coleccionistas. Yo guardo papelería, no objetos. Me enamoro momentáneamente de ellos, los disfruto, les saco fotos, los prendo y apago. Lo que a mi hermano y a mí nos gusta y divierte es elegir, encontrar algo especial y comprar.
Cualquier Verdura es un espacio difícil de clasificar, ¿cómo lo definirías?
La estructura y la forma en que hicimos las cosas hacen que el local sea autosustentable, pero no es un negocio. No buscamos que nos de grandes ganancias. Vender es poder comprar. Cuando un producto muy bueno se va, decimos “qué pena que se va, pero qué suerte que puedo renovar”.
En definitiva, Cualquier Verdura es un espacio lúdico que nos permite comprar cosas, organizar eventos, invitar a la gente. Sí, es una tienda. Sí, todo lo podes comprar. No es un museo. Es una casona antigua, pero no se parece a una propiedad de ese momento. Para nosotros, Cualquier Verdura es una excusa para divertirnos y poder compartirlo con el mundo exterior.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Lunes 10 de septimbre

A la comisión 34 recuerdo que deben intentar escribir un perfil de 3000 caracteres, el ejemplo que puse es más cercano al nuevo periodismo, puede ser también con menos color...
A la comisión 35, a quienes debí dejar antes, les recuerdo que tienen que traer ejemplos de Perfil.
Saludos y hasta mañana.
Clarisa.

Ejemplo de Perfil

http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-202804-2012-09-07.html