viernes, 28 de septiembre de 2012

Entrevista al percusionista Luciano Larocca.


“QUE SUENE LO MÁS BAILABLE POSIBLE”
El grupo de percusión La Bomba del Tiempo se convirtió en un fenómeno sin precedentes en su rubro. Uno de sus músicos repasa las claves del éxito y las características particulares de este ambicioso proyecto musical.   
Por José María Previgliano 
Más o menos quince personas se juntan todos los lunes, desde hace seis años, en Ciudad Cultural Konex para animar una fiesta. Se ubican arriba de un escenario y mientras uno oficia de director, los demás golpean con manos, palos y palitos, diferentes tipos de tambores. El ensamble de esos sonidos basta para que cientos de personas no paren de moverse durante todo el show al ritmo de la percusión.
Luciano Larocca es uno de los animadores de este grupo que bautizaron como “La Bomba del Tiempo”. A través de sus palabras nos acercamos a este fenómeno explosivo que todas las semanas le ofrece a la Ciudad de Buenos Aires una fiesta imperdible.
¿Qué es la Bomba del Tiempo?
La Bomba del Tiempo es un grupo de percusión que hace improvisación guiada por un sistema de señas, que inventó Santiago Vázquez (el mentor de todo esto), basándose en otro sistema de señas que utilizó para la música contemporánea un tipo que se llama Butch Morris, que es de Estados Unidos. El sistema de señas se utiliza hace años, obviamente en la música contemporánea, pero también en la música clásica. Lo que hizo Butch Morris fue adaptar algunas cuestiones para poder improvisar, para que las señas no solamente sean conducción de una partitura escrita, sino que los músicos puedan, más o menos, proponer cosas. A partir de esto Santi tuvo una idea, y con La Bomba fuimos adaptando unas señas que tenían más que ver con la percusión, con el concepto de que sea más bailable, no que sea música contemporánea.
Entonces ya desde el comienzo se pensó en un show que estimule el baile…
En parte sí. Todos los que tocábamos percusión desde antes de La Bomba sentíamos que estaba la percusión pero que faltaba el baile, como el elemento de diálogo. Para mí, la percusión, el baile y el canto son los tres elementos fundacionales de la música, o por lo menos de la “percu”. Y van todos muy de la mano. En esos tres elementos yo veo que está todo y en la Bomba el baile está a full. Ya desde los primeros ensayos Santi nos decía: “chicos, hagamos que esto suene lo más bailable posible”. Y es un espacio que la gente tomó pero que, en realidad, nosotros en ningún momento propusimos. Sí decíamos: “bueno ahora vamos a tocar, así que párense”. Simplemente le pedíamos a la gente que se pare. Y a partir de ahí cada uno baila y hace la suya.
¿Considera que La Bomba es pionera de una movida de percusión bailable en Buenos Aires?
Habría que ver si somos los pioneros o si somos los únicos que lo hacemos. Qué se yo, me parece que hay una movida de percusión en la Argentina que se viene dando hace un tiempo. Tal vez la Bomba fue un grupo que colisionó ese movimiento de percusión que hubo en los 90, con un montón de grupos que todavía están dando vueltas, como Choque Urbano, La Orquesta amarilla, Kamaruko Percusión, La Chilinga. Son movidas de percusión muy grandes, que vienen laburando más desde la música brasileña o desde la música de la composición de la percusión. Lo cierto es que La Bomba es un grupo que puede ser pionero, pero yo creo que representa más una movida que se viene dando y que es una eclosión de todo eso, pero que a partir de ahora puede pasar cualquier cosa.
Se escuchan muchas influencias rítmicas en los shows. ¿Cree que La Bomba tiene un estilo propio?
Yo creo que lo estamos buscando. Hay como una sonoridad medio bomba, porque no somos especialistas en ningún ritmo. Si nos ponemos a tocar música de Brasil suena feo, si nos ponemos a tocar Chacarera nos suena feo, por más que todos somos re folkloristas. Si nos ponemos a tocar funk nos suena raro también. O sea que todo suena a la mitad. Lo que mejor nos suena es cuando nos ponemos a improvisar y nos salen esos ritmos con un montón de tambores que tienen una sonoridad particular. No sé si tenemos un estilo. No podemos hablar de un estilo Bomba. Yo diría que más que nada hay estilos de directores. Cada director tiene una forma de encarar el sonido y eso se escucha mucho.
Tradicionalmente los tambores acompañan a una melodía. ¿Nunca pensaron que el público se podía aburrir de tanta percusión?
Nunca pensamos que iba a pasar esto. Desde el principio todos íbamos a ensayar con los músicos que nos tocó y eso ya era increíble, porque son todos músicos de “Primera A”. Ya sonaba bien el hecho de estar ahí. Era lindo decir “me voy a tocar con Carto Brandan que es el mejor batero de jazz, con Mario Gusso, que en el folklore la tiene muerta, con Mariano Cantero, que toca en Aca Seca, que es la banda pionera de folklore en proyección”. Entonces pensaba que iba a ensayar con esos monos y que sea lo que sea. Mucho no me importaba. Pero cuando tocábamos en vivo empezó a pasar que la gente se divertía mirando. Era como mirar un partido de fútbol: había goles, había cantos tribuneros, había cosas con la que la gente vibraba y ahí se fueron adueñando de cosas. De repente parábamos de tocar un tema y uno empezaba a aplaudir a un pulso determinado y eso se terminaba transformando en el pulso del próximo tema.
Además de improvisar con la ayuda del público, ¿de qué otra manera se inspiran para que la gente vibre con su música?
¡Con los pifies! (Risas). Nosotros grabamos un disco en Niceto. Yo en ese momento tocaba la guancha, que es un instrumento que compré en Bolivia que esta increíble, y en el primer tema del disco estaba dirigiendo Santiago (Vázquez). En un momento nos hizo la seña de cortar, que es como la de cortar el pescuezo, para que terminemos y yo me colgué. Y seguí de largo y dije: “ya fue”. Si yo en ese momento paraba de tocar se iba a notar el pifie. Así que seguí de largo como si nada y le sonreí al chabón como diciendo: “no terminó hermano, no me cagués acá”. Y efectivamente quedó así en el disco. Y es un pifie tremendo. Pero la gente en ese momento explotó. Se oyó un vacío que dio lugar a la intervención del público que gritó, se copó y levantó más. Nosotros siempre trabajamos el hecho de que si alguno sigue de largo o pasa algo, la que va es la que es. Es más verdad eso que poner cara de pifie. 

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