miércoles, 15 de agosto de 2012

Manuel Gonçalves: Testimonio de una lucha constante por la memoria y la verdad


Por Cecilia Cartoceti
“Estas historias son increíbles. Si me pongo a pensar en la mía, digo ‘¡no lo puedo creer!’”, comenta divertido Manuel Gonçalves Granada. Siendo un bebé, fue el único sobreviviente de la Masacre de la calle Juan B. Justo en San Nicolás. De hijo único, pasó a ser hermano de historia de otros 500 hombres y mujeres a los que, como a él, les robaron la identidad. Su retórica relajada no esconde la seriedad de sus palabras: es el testimonio de una lucha constante por la memoria y la verdad.
Manuel ingresa al estudio de televisión de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA el lunes 18 de junio. Tiene mucho por contar ante un auditorio de estudiantes expectantes y nerviosos. Manuel es hijo de Ana María Granada y Gastón Gonçalves, militantes montoneros desaparecidos durante la última dictadura militar. Es el nuevo revisor de Cuentas de Abuelas de Plaza de Mayo.
Manuel es, además, el impulsor de tres juicios por delitos de lesa humanidad. Fue querellante en la causa contra Luis Abelardo Patti en 2011 y este año cumplirá el mismo rol en las causas contra los autores de la Masacre de Juan B. Justo (en donde murieron su madre y la familia Amestoy) y contra el juez Juan Carlos Marchetti, quien gestionara su adopción.
“No es fácil hacer un paralelo entre un juicio y otro. Esperaría que terminen igual que el juicio contra Patti, porque logramos cinco condenas y estamos conformes con ello”, explica a los alumnos presentes. Y agrega, “las pruebas las tenía de antes. Lo que pasa es que con las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, no las podía llevar a la justicia. Al principio, eran parte de lo que yo hice para reconstruir mi identidad”.
Para Manuel, sin embargo, las causas judiciales que inició exceden los motivos personales. “La mejor manera de construir un futuro es teniendo en claro el pasado. A mí los juicios no me van a devolver a mi mamá ni a mi papá, ni los 19 años que perdí con mi familia ni la identidad. Pero creo que es un aporte a futuro. Los juicios generan un fortalecimiento de la democracia, de las instituciones y de nosotros como sociedad”.
Su optimismo y desenfado contrastan con la seriedad de sus intensiones y palabras. Cuando es interpelado en su condición de nuevo integrante de la comisión directiva de Abuelas de Plaza de Mayo, explica con toda franqueza, “no sé porqué me eligieron”. Arranca más risas y continúa, “las abuelas están muy grandes y nos necesitan. ‘Abuelas’ no va a ser igual sin ellas, pero la lucha va a seguir siendo la misma. Somos muchos los que colaboramos. Claramente Argentina está haciendo una revisión de su historia”.
Manuel cuenta que una vez fue Claudio Novoa, pero que no sabe qué quedó de ese chico en él. Cuando un estudiante le pregunta por su pasado como Claudio, Manuel le responde con un escueto “no sé”. Las risas son inmediatas y subyace un entendimiento palpable. “No sé bien qué hacer con mi vida como Claudio. Recuperar la identidad provoca muchos cambios en la persona”, continúa Manuel.
La conferencia se extiende por una hora y media. Los temas abordados son variados. Manuel habla de los obstáculos que el poder político impone para juzgar a figuras públicas como Patti. También habla de su familia adoptiva y de su familia biológica. Cuenta anécdotas de su hija Martina y del proceso que lo llevó a reconstruir su identidad. Incluso hay espacio para discutir el caso de Marcela y Felipe Herrera de Noble.
La lista es extensa y las palabras, muchas. Sin embargo, el hilo conductor de la conferencia se resume en un único y problemático concepto: la verdad. “Nadie puede decir que quiere vivir en una mentira. Uno no se da cuenta de su importancia hasta que le roban la identidad. Hablar es ir en contra del silencio que nos impusieron”. Manuel lo decía al inicio de su testimonio: es una historia increíble. Y hay que contarla.

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