lunes, 26 de septiembre de 2011

Peronista desde la cuna

ENTREVISTA A ANÍBAL FERNÁNDEZ




Por Georgina Vaioli y Lucía Pechersky
En la antesala del despacho del Jefe de Gabinete de Ministros, sus tres secretarias atienden las constantes llamadas. El sonido del teléfono se suma al ruido de papeles de oficina y a estos, la risa de Aníbal Fernández que se filtra por las paredes de la habitación.

La decoración de su despacho es sobria, casi inexistente. Apenas unas fotografías familiares y una foto de Cristina y Néstor adornan las paredes blancas. Seis pantallas planas muestran la programación de los principales noticieros y la notebook, sobre su escritorio, no cesa de recibir notificaciones de los nuevos mensajes recibidos.

Ex Intendente de Quilmes, ex Ministro de producción, ex Ministro del interior. Actual Jefe de Gabinete de Ministros y Presidente del Quilmes Atlético Club, seguramente en los próximos años se sumarán más cargos a su historia política. Poseedor de una respuesta rápida e implacable, Fernández aceptó el rol de comunicador sin que nadie se lo propusiera.

— Usted representa una figura del gobierno que siempre da batalla ante cualquier ofensa. ¿Considera esta cualidad como algo propio de las funciones de un Jefe de Gabinete de Ministros?
— Como jefe de gabinete, mi responsabilidad es la administración general del país y la administración del presupuesto nacional. Pero también me cabe la responsabilidad de la defensa, sobre todo de nuestra propuesta y proyecto político, que es el que se ofrece a la sociedad argentina para la solución de las problemáticas que se presentan todos los días.
— ¿Y cómo describiría esa defensa?
— Yo tengo la necesidad de defenderlo de la mejor manera que puedo y entiendo una sola forma. Como decía Jauretche, uno tiene que hablar para que te entiendan los criollos. Apuesto a un idioma simple, llano y confrontativo. Algunos critican ciertas expresiones o algún término pero a mí me tiene sin cuidado. Me interesa que se entienda lo que quiero decir.
— Usted habló de las críticas que recibía su modo confrontativo. ¿Leyó el capítulo que Beatriz Sarlo le dedica en su libro?
— ¡No! ¡No pierdo el tiempo! No tengo mucho respeto político por Sarlo. Intelectualmente, es una persona con una formación que nadie puede negar, pero en términos políticos no tengo ningún respeto. Ella nace en el Partido Comunista Revolucionario (PCR). En los 70 son los primeros que se abrazan a López Rega, promotor de la Triple A, la Alianza Anticomunista Argentina. Una aberración paramilitar cuasi estatal dedicada a hostigar a todo aquel que pensaba distinto. Eso era Beatriz Sarlo. Yo no tengo ningún respeto por ella. Lo que piense de mí me tiene sin cuidado. Al contrario, es como en la matemática: menos por menos es más. Si alguien que considero negativamente piensa mal de mí, está hablando bien.
— Hoy los intelectuales están muy presentes en la sociedad. ¿Qué papel cree que tienen en la política?
— Tienen un rol muy importante en cualquier sociedad. Nosotros tenemos la suerte de que una buena parte de esos intelectuales apoyen nuestro proyecto. Nunca el intelectual es alguien que compra una propuesta a libro cerrado, son críticos. Hay que bancarse la crítica en una discusión. Me gusta, me place y me llena de orgullo la cantidad de intelectuales que acompañan la propuesta de la Presidenta de la Nación.
— ¿Hay un cambio respecto del rol que cumplían en el peronismo?
— No hay una diferencia, siguen teniendo el mismo rol. La importancia es que concuerden con nuestra propuesta. Si no parten de estar de acuerdo, estamos fritos. Lo mismo pasa con una enorme cantidad de artistas que también ven que este gobierno los ha respetado, ha creado ámbitos para que se desarrollen y les ha dado herramientas para defender sus derechos. Este gobierno les dio mucho en relación con ese tema, en ese sentido están agradecidos y convencidos de acompañarlo.
— ¿Qué diferencias encuentra entre el kirchnerismo y el peronismo?
— El kirchnerismo es peronismo. Mentiría si digo que no existe el kirchnerismo. Existe y es una parte superadora del propio peronismo. Comprende gente que proviene de otra formación política –radicales, de izquierda, progresistas- que buscan un mismo objetivo, una propuesta política común. El kirchnerismo existe porque mucha gente no proviene del peronismo. La inmensa mayoría fuimos formados en el peronismo y orgullosos de serlo. Hay otros compañeros que provienen de otro lugar. Acá el peronómetro no lo tiene nadie. Ni yo estoy pasándole el peronómetro a otro, ni acepto que me lo pasen a mí. Tengo mi formación, mi vocación y provengo desde la cuna de formación peronista y no voy a cambiar independientemente de lo que piensen otros. Pero si no nos ponemos de acuerdo en el objetivo es muy difícil juntarse.
— ¿Considera que tienen intereses comunes con la izquierda? ¿Cómo es esa relación?
— La realidad es que el peronismo es una fuerza muy particular que nunca participó ni de izquierdas ni de derechas. Un día le preguntaron a Perón cómo era la composición de fuerzas en Argentina y dijo que estaban los conservadores, el centro y la izquierda. El periodista le pregunta “¿y el peronismo?”, y Perón contesta: “Ah no, peronistas son todos”. En nuestra formación hay gente que proviene de izquierda y de derecha. Desde mi óptica, el peronismo tiene particularidades que no se asemejan a una formación de izquierda. Pero si lo tengo que situar, siempre va a estar desde el centro hacia la izquierda.
— ¿Y por qué la izquierda se opone tanto al Gobierno?
— La izquierda se opone porque no existe en la Argentina. Alcira Argumedo, la candidata de Proyecto Sur, no alcanzó el piso electoral de 1.5 por ciento. La publicidad de Jorge Altamira -candidato del Frente de Izquierda y de los Trabajadores- me pareció muy honesta. Decía “Mire, nosotros somos críticos del gobierno y vamos a criticarlo siempre. ¿Usted quiere que yo esté? Tiene que ayudarme porque yo necesito, mínimo, un piso de 400.000 votos”. Me pareció muy honesto su planteo aunque no coincido con su manera de pensar. Por la presencia del peronismo, la izquierda no va a estar en la Argentina. No porque el peronismo se lo impida, sino porque no va a tener forma de expresarse o crecer. La gente se siente más cómoda con el peronismo que con una posición de izquierda mucho más radicalizada.
— Internet ha sido un gran protagonista en las últimas campañas electorales. ¿Cree que las redes sociales cambiaron la forma de hacer política?
— No sé si la cambiaron, pero no tengo ninguna duda que tiene una importancia superlativa. De hecho, armamos un trabajo muy fuerte en ese ámbito. Entre la Presidenta de la Nación y yo –tanto en Facebook como en Twitter- debemos tener alrededor de un millón de seguidores. Nosotros comunicamos muchas cosas en las redes, le asignamos una importancia muy grande.
— ¿Se podría decir que actúan como feedback con los ciudadanos?
— Sí porque yo leo todos los tweets (ndr: mensajes enviados vía Twitter). A veces hay cosas que son buenas para contarlas y lo hago. También debato un poquito. No contesto todo, pero cuando veo que es un tema piola sí. Sirve y mucho. Estamos convencidos que es una forma que hay que construirla y sostenerla.
— ¿Qué diferencias hay entre comunicar vía Twitter y comunicar por los medios tradicionales?
— Estuvimos vedados en muchos medios: La Nación, Clarín, Perfil, TN, Canal Trece, Radio Mitre. Para nosotros no había entrada, ni oportunidad de contar la política del Gobierno. Lo hicimos a través de las redes sociales.
— Respecto de los últimos comicios, ¿Esperaban el amplio triunfo?
— Esperábamos el triunfo, yo no tenía dudas. La sociedad no es suicida. Nadie le va a dar a un improvisado el manejo de la cosa pública. La única forma es con gente avezada para gobernar. En Argentina habían dos: uno es Néstor, que ahora no está más; y la otra es Cristina. No hay otra persona que pueda gobernar. Los pueblos no se suicidan, buscan la mejor alternativa. De todas maneras, no pensé que iba a terminar sacando 10.700.000 votos, con una diferencia de 7.804.000 votos sobre el segundo.
— ¿Qué esperan para las elecciones de octubre?
— Creo que la mejor campaña es la gestión. Tenemos que seguir trabajando y haciendo las cosas que tenemos que hacer. Mañana las cosas pueden cambiar. Yo estoy convencido que la mejor campaña es la gestión. Hay que seguir trabajando para que el 23 de octubre nos encuentre en medio de una gestión, trabajando y comprometiéndonos, como lo hicimos desde el primer momento, exhibiendo los resultados de la mejor manera.

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