Por Fernanda Romain
Manuel
Gonçalves
Granada, nieto recuperado en 1997 por Abuelas de Plaza de Mayo, se acercó hasta
la Facultad
de Ciencias Sociales de la UBA
para brindar una conferencia de prensa a los estudiantes de la Carrera de Ciencias de la Comunicación. Relató
tanto sus sensaciones durante la espera al juzgamiento de los tres imputados
por la “Masacre de San Nicolás”, como su experiencia en los conflictos
judiciales referidos a crímenes de lesa humanidad y su anhelo de justicia.
Manuel
tiene 35 años, hace 15 recuperó su identidad y hoy es el primer nieto que ocupa
un puesto en la conducción de Abuelas de Plaza de Mayo. Hijo de Ana Granada y
Gastón Gonçalves, ambos desaparecidos
durante la última dictadura militar, Manuel se muestra emocionado porque en
julio finalmente se esclarecerá la causa por el asesinato de su madre, dos amigos
y dos niños durante noviembre de 1976 en San Nicolás.
Luego de la declaración de nulidad de los
indultos (Ley de Obediencia Debida y Punto Final) en 2003, el transcurso de los
juicios por lesa humanidad tomó otro rumbo, ya que se facilitó el proceso de
investigación y se buscó saldar la deuda que la justicia tenía con el pasado.
“Muchas de las pruebas de este juicio y del anterior yo las tenía de
antes, lo que pasa es que cuando todavía estaban las leyes de Obediencia Debida
y Punto Final no era posible llevarlas a la justicia. Sólo eran parte de lo que
yo hice para reconstruir mi historia”, aseguró Manuel. Además, señaló que el día
que se derogaron las leyes él estaba en el Congreso y no tenía idea de lo que
iba a venir, pero sí sabía lo importante que iba a ser para su futuro: “Lo viví
como un momento histórico. Cuando pasan esas cosas, si bien yo lo hago cada
mañana, lo que se tiene que valorar es poder vivirlas. Son momentos muy importantes,
que marcan.”
Así es como finalmente en 2011, junto a
su medio hermano Gastón Gonçalves hijo, ganó
una batalla pudiendo enviar a la cárcel a los cinco represores responsables del
secuestro y asesinato de su padre, ocurrido en 1976 en Escobar. Al mismo tiempo,
declaró: “No es que porque ya hubo juicio y una condena en los próximos también
va a haber una pena, sino que en cada juicio tenés que trabajar muchísimo para poder
lograr esos resultados”. Aunque esta vez es diferente, Manuel se esfuerza por
que todo se desarrolle bien, al igual que en su anterior causa. Al respecto, afirmó:
“Lo difícil de estos juicios es que están pasando 30 años después de los hechos.
La gente modifica su percepción de las cosas y hay otros que ya no están o
están desaparecidos. Hacemos un trabajo muy intenso acerca de lo que es la evidencia
documental, y para conseguir pruebas porque no hay un fácil acceso a ellas.”
Tiene esperanzas y está contento de poder realizar el proceso junto a su
familia y a sus amigos.
Además, se refirió al nuevo momento por
el que está pasando junto a la
Asociación de Abuelas: “La incorporación de los nietos es
necesaria, hay una cuestión generacional que se está dando, las abuelas están
muy grandes y nos necesitan, y desde el lugar que podemos las acompañamos.”
Para él no va a ser igual con abuelas que sin abuelas, pero sin embargo, está
seguro de que la lucha va a ser la misma, que va a continuar su camino hasta que se logre encontrar hasta al
último de los nietos. “Hasta eso, no vamos a dejar de hacer lo que ellas
hicieron” dijo.
Mirando hacia el futuro, Manuel concluyó:
“Argentina esta haciendo una revisión de su historia que va mucho mas allá de
algunas pocas personas que quieran frenarla”. Definitivamente, con el paso del
tiempo, la pelea contra el olvido se transforma en incansable. La recuperación
de la identidad, la insistencia por conseguir justicia, la preservación de la
memoria, y la fuerza de quienes día a día defienden los derechos humanos en
nuestro país, se han ido construyendo como símbolo de heroísmo. Un heroísmo que
se renueva y que trae nuevos gritos de esperanza, soñando en que tal vez
mañana, todo sea un poco mejor.
1 comentario:
Excelente nota y muy lindo el cierre.
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