Por María Carrasco
Masa Crítica es un movimiento de
bicicletas en las calles, un paseo mensual para celebrar el ciclismo y para
afirmar los derechos del ciclista en las calles. Así es definido por sus participantes.
Este evento tiene lugar en varias ciudades de Argentina, siendo el realizado en
la ciudad de Buenos Aires el más populoso. Pero es parte de un fenómeno
mundial.
Con frío o calor, de día o de noche -solo cuando hay luna
llena- simplemente se necesita la bici y
el casco. Alrededor de las 4 de la tarde del primer domingo del mes se van
juntando los ciclistas en el obelisco o en distintos lugares céntricos de La
Plata, Mar del Plata, Pinamar, Rosario, Córdoba
o Mendoza.
No hay rutas prefijadas, se improvisa dependiendo del gusto de
los participantes, pero obviamente quienes llevan la delantera mandan en ese
momento. Los paseos duran un par de horas y durante ese tiempo se da un espectáculo
raro en las calles. Por ejemplo para Micaela que volvía caminando de un recital
y se encontró impedida de cruzar la calle por varios minutos. “Es infinita,
no terminan mas”, dijo sorprendida de la cantidad de bicicletas que pasaban
por Av. Corrientes. Quienes también se sorprenden son además los
automovilistas, y suele darse una especie de riña por el control de las calles.
Algunos conductores como Alberto enojados gritan y tocan bocina afirmando que
les bloquean el paso, que la calle es para la marcha de los autos. Pero desde
la masa aseguran que ellos no bloquean el tránsito, ellos son tránsito y tienen
por lo tanto los mismos derechos que los conductores. No obstante sus
participantes aseguran ser respetuosos de las normas de circulación y no
promueven la discusión con los peatones o conductores a quienes les moleste la
masa, sino al contrario, como se desprende de su manifiesto: “Da: hablar con
extraños, gente que pasa, colectiveros, automovilistas e invitar a la gente a
unirse al próximo encuentro.”
Y no solo de bicicletas se trata el asunto: rollers, skates,
sillas de ruedas y en general cualquier medio de transporte no motorizado y ecológico
es bienvenido, cuenta Federico, un viejo y entusiasta participante. Y aclara
que no se necesita ninguna habilidad especial ya que es un paseo muy tranquilo
y cada uno es libre de abandonar la masa cuando quiera.
El término
sociológico Masa Crítica alude a una cantidad mínima de personas necesarias
para que un fenómeno tenga lugar. Así, adquiere una dinámica propia que le permite
sostenerse en el tiempo y crecer. Y esto es precisamente lo que ocurrió en San
Francisco, Estados Unidos, en 1992. A partir de una protesta de ciclistas por
el tráfico en la ciudad californiana nació la costumbre de reunirse espontáneamente,
sin publicidad ni organizadores. Y rápidamente se expandió por todo el mundo.
No solo como forma de protesta, también como forma de reivindicar la bicicleta
como medio de trasporte ecológico, seguro, silencioso y económico que ayuda a
desahogar las calles de tráfico; además de fomentar la vida sana y la sociabilidad con desconocidos.
Cuando una cantidad importante de personas se reúnen pueden tomar
el control de la calle, y de pronto la relación de poder cambia, porque dice
Federico: “Un ciclista puede ser
atropellado, cinco pueden ser intimidados,
pero cincuenta o cien ciclistas ¡reclaman la calle!”
Este fenómeno ocurre también en las calles de España, Italia, Francia,
Uruguay, Colombia, Dinamarca, Alemania y un largo etcétera. Nada impide a nadie
a crear el evento en su ciudad, las convocatorias se hacen por Internet generalmente,
pero siempre señalándose que no hay organizadores, solamente gente quizá mas
comprometida que otros, pero la libertad es absoluta.
En una clara atmósfera festiva y de
celebración es donde se inscribe esta toma del espacio público como parte de un
cuestionamiento
a la forma en que se organizan estos espacios. Preguntas como ¿Por qué se
obliga la gente a organizar sus vidas alrededor de un automóvil? ¿Cómo sería
una alternativa de futuro? Son planteadas desde una de las páginas web y
nos llevan a repensar desde otro punto de vista la ciudad donde vivimos, como
habitamos esa ciudad y como en las decisiones diarias y aparentemente triviales
de que medio de transporte utilizamos para movernos, se esconden y operan intereses
contrapuestos que modelan una forma de vida. La cuestión es si la validamos o
nos rebelamos.
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