Por Javier Esteves
Como un
burrito sencillo que va solito al corral en busca de ese amo bueno que le da
libertad, tres mil personas vibraron ayer con Divididos, en dos jornadas a pura
distorsión en el Teatro de Flores. La histórica banda liderada por Ricardo Mollo y Diego Arnedo, sacó a
relucir su chapa de aplanadora del rock frente a un público que se dejó llevar
por un paseo sonoro de más de 20 años de carrera.
En la fría noche de Buenos
Aires, cientos de jóvenes ansiosos buscaban abrigo en el barrio de flores, que los
esperaba tranquilo para darles una noche con muchas emociones. Desde temprano,
las calles se adornaron con carteles, banderas y remeras alusivas. Las esquinas
se transformaron en puntos de encuentro, y los bares se atestaron de fanáticos
que cantaban, bebían y recordaban historias que los hacían protagonistas. Relatos
que los llevaban a la emoción y que les hacían recordar, que ese mismo barrio había
sido testigo del debut de Divididos, en un show sin repercusión, en el bar Rouge de Flores, el 10 de junio de 1988. Hoy, a 24 años de aquella
presentación, el marco cambió. El bar Rouge
ya no existe, muchos de esos adolecentes pasaron los 30 años y asisten a los
recitales acompañados de sus hijos, y
Divididos, hace tiempo que dejó de ser esa incipiente banda decantada de lo que
fue Sumo para consolidarse como una de las agrupaciones más importantes del
rock argentino.
En una
puesta inmejorable y con toda la concurrencia pronta a acomodarse dentro del
Teatro, las luces del lugar se apagaron y minutos después de las 21 el telón se
abrió para que los tres músicos se presentaran en el escenario. El primero en posicionarse
fue el joven baterista Catriel Ciavarella, atrás le siguió Diego Arnedo,
enfundando su bajo y segundos más tarde, entre gritos, aplausos y las primeras
notas que ya ejecutaban sus compañeros, apareció Ricardo Mollo con su clásica
guitarra Gibson SG listo
y preparado para comenzar con los primeros acordes de “Mimoso a Marzo”, tema al
cual le pegaron una seguidilla eléctrica de viejos hits como, “Azulejo” y “Paisano
de Hurlingham”.
Tras
un inicio atronador, lejos de detenerse la banda siguió agitando a sus
fanáticos con canciones de su último
trabajo, Amapola del 66, álbum
editado en marzo de 2010, que presentaron en un memorable show al aire libre en
Tilcara, provincia de Jujuy. De aquel material, pudo escucharse lo que fuera su
primer corte de difusión, “Hombre en U”, en suma a “Buscando un Ángel”, “Mantecoso”,
“Amapola del 66”
y un emotivo “Perro funk” dedicado a su perro y a todos las mascota de los
presentes.
Llegando
a la mitad del concierto, y a modo de respiro, los músicos tomaron asiento para
dar paso a un set acústico, cuyo inicio se vio interrumpido por un niño, que en
brazos de su padre, le gritó a Ricardo Mollo que era su cumpleaños, por lo que
el músico lo saludó y le regaló la correa de su guitarra. Luego de las
reverencia dieron paso a la toma acústica, que tuvo su punto más alto en el cover
de Atahualpa Yupanqui, “El Arriero”.
La
velada siguió a puro ritmo, y la tranq1uilidad folclórica se vio adulterada por
una catarata eléctrica con clásicos como “El 38”, “Sábado” y “Aladelta”. Por
otro lado, antes de encarar la recta final del recital, hubo más tiempo para
covers y dedicatorias con un emotivo homenaje a Luis Alberto Spinetta y a
Pappo, de quienes tocaron “Despiértate Nena” de Spinetta y “Sucio y desprolijo”
del Carpo.
Luego
de los tributos a los ídolos, todo hacía pensar que la noche expiraba y que el
momento de la retirada estaba a punto de llegar. Pero no, la banda siguió
tocando y culminó su show a puro volumen con “Paraguay”, “Acariciando lo Áspero”,
“Spaguetti del Rock” y un cierre épico recordando los tiempos de Sumo con el “Ojo
blindado”. Música, distorsión, comunión y rocanrol. Eso es Divididos, y eso es
lo que se vivió este fin de semana en el Teatro de Flores.
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