NANCY MAE CLUTTER
Por María Cecilia Cartoceti
Quizá fuera su melena corta y avellana sometida a cien cepillados
nocturnos. Tal vez fueran esos ojos translúcidos y oscuros los culpables de su
belleza y popularidad. Truman Capote lo retrató por extenso en A sangre fría: Nancy Mae Clutter miraba
con el desprejuicio y los aires de una auténtica belle sureña. Ni siquiera el más brutal asesinato pudo manchar esa personificación
del sueño americano.
Nacida el 2 de enero de 1943, Nancy fue la tercera hija del matrimonio
Fox-Clutter. Bonnie y Herbert, sus padres, eran grandes ejemplos del puritanismo
de los ’50 y un sentido de austera diligencia corría profundo en la familia
Clutter. A los 16 años, Nancy era una joven de una complacencia y un compromiso
exacerbados para con el somnoliento Holcom. “Ella sentía que era su deber estar
disponible para las muchachas más jóvenes que necesitaban de su ayuda para
cocinar y coser, para sus lecciones de música o, como sucedía a menudo, para
confiar sus secretos”, escribió Capote.
Nancy y su hermano menor Kenyon participaban del programa gubernamental
4-H (Cabeza, Corazón, Manos y Salud, por sus siglas en inglés). El lema era
“hacer de lo mejor, mejor” y Nancy lo cumplía a rajatabla. En su cruzada por la
perfección, también integró la Liga de Jóvenes Metodistas, un grupo de teatro
escolar y tantas otras actividades que da vértigo enumerar.
Su exuberante personalidad era tan entrañable como estereotípica.
Parecía que la alegría que eludía a su madre depresiva y la extroversión que
escapaba a su hermano menor, se habían concentrado en el cuerpo ágil y magro de
Nancy. “¿Kenyon? (…) ¿Piensas que Tracy podrá hablar para el Día de Acción de
Gracias? (…) ¡Me alegraría tanto escucharlo decir ‘Tía Nancy’! O ‘Tío Kenyon’.
¿No te gustaría escucharlo decir eso? Quiero decir, ¿no te encanta ser tío?
¿Kenyon? ¡Por el amor de Dios!, ¿por qué nunca me contestas?”, reprodujo
Capote.
El amor, ciertamente, no eludía a Nancy. Su devoción se repartía entre
su pequeño sobrino Tracy, el gato Evinrude, el caballo Babe y en una estrella
de básquet estudiantil, Bobby Rupp. Para alarma del señor Clutter, los Rupp
eran Católicos Romanos, suficiente razón para desear que la joven pareja no
prosperase más allá de sus cuatro años de relación. Por los enredos irónicos
del devenir, los anhelos de Herbert Clutter se cumplieron.
Nancy se esforzó por capturar el acontecer cotidiano en el estilo
práctico de los Clutter. Aún así, fue su único gesto de rebeldía a la
austeridad puritana: su diario íntimo era un conjunto ecléctico de colores y
caligrafías. Cambiaban tinta y trazo mientras Nancy intentaba entender quién
era ella. Capote dijo al respecto: “pareciera que ella se estaba preguntando
‘¿Es ella Nancy? ¿O aquella? ¿O esa otra? ¿Quién soy?’”.
Susan Kidwell parecía saberlo. Un año menor que Nancy, era su mejor amiga,
casi una hermana. Susan sabía de la condición psiquiátrica de Bonnie, conocía
la historia detrás de Bobby y planeaba junto a Nancy una vida universitaria en
Manhattan como estudiante de arte. Susan era compañera de estudios de la joven
Clutter y de una tal Nancy Ewalt. Las tres compartieron salones de clase y
horror: Kidwell y Ewalt hallaron los cuerpos de su amiga y de toda su familia
una soleada mañana de domingo.
Perry Edward Smith y Dick Eugene Hickock fueron las últimas caras que
Nancy Clutter vio. Dick confesó que quiso violarla pero que Perry lo evitó.
Asesinaron a Kenyon, Herbert y a Bonnie primero. Nancy fue la última en morir.
Nancy fue, además, el único miembro del clan Clutter que no estaba amordazado.
Quizá fue su cabello avellana o quizá fueron sus ojos oscuros y translúcidos
los culpables del gesto de gracia.
2 comentarios:
La crónica incurre en un error. La ultima en ser asesinada fue Bonnie Clutter. El primero fue Herbert Clutter, luego Kenyon, siguió Nancy y por ultimo Bonnie. Así consta en las confesiones de los asesinos y en las transcripciones del juicio. Lógicamente, Truman Capote, en la novela, también recoge esta versión. Deben corregir ese error.
Igualmente el Dr. Robert M. Fenton, forense del Condado de Finney, quien realizó las autopsias en los cuerpos de los Clutter, declaró en la Corte que el orden de las muertes fue Herbert, Kenyon, Nancy y Bonnie.
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