“QUE
SUENE LO MÁS BAILABLE POSIBLE”
El grupo de percusión La Bomba del Tiempo se
convirtió en un fenómeno sin precedentes en su rubro. Uno de sus músicos repasa
las claves del éxito y las características particulares de este ambicioso
proyecto musical.
Más o menos quince personas se juntan todos los
lunes, desde hace seis años, en Ciudad Cultural Konex para animar una fiesta.
Se ubican arriba de un escenario y mientras uno oficia de director, los demás
golpean con manos, palos y palitos, diferentes tipos de tambores. El ensamble
de esos sonidos basta para que cientos de personas no paren de moverse durante
todo el show al ritmo de la percusión.
Luciano Larocca es uno de los animadores de
este grupo que bautizaron como “La Bomba del Tiempo”. A través de sus palabras
nos acercamos a este fenómeno explosivo que todas las semanas le ofrece a la
Ciudad de Buenos Aires una fiesta imperdible.
¿Qué es la Bomba del Tiempo?
La Bomba del Tiempo es un grupo de percusión
que hace improvisación guiada por un sistema de señas, que inventó Santiago
Vázquez (el mentor de todo esto), basándose en otro sistema de señas que
utilizó para la música contemporánea un tipo que se llama Butch Morris, que es
de Estados Unidos. El sistema de señas se utiliza hace años, obviamente en la
música contemporánea, pero también en la música clásica.
Lo que hizo Butch Morris fue adaptar algunas cuestiones para poder improvisar,
para que las señas no solamente sean conducción de una partitura escrita, sino
que los músicos puedan, más o menos, proponer cosas. A partir de esto Santi
tuvo una idea, y con La Bomba fuimos adaptando unas señas que tenían más que
ver con la percusión, con el concepto de que sea más bailable, no que sea
música contemporánea.
Entonces ya desde el comienzo se pensó en un show que estimule
el baile…
En parte sí. Todos los que tocábamos percusión
desde antes de La Bomba sentíamos que estaba la percusión pero que faltaba el
baile, como el elemento de diálogo. Para mí, la percusión, el baile y el canto
son los tres elementos fundacionales de la música, o por lo menos de la
“percu”. Y van todos muy de la mano. En esos tres elementos yo veo que está
todo y en la Bomba el baile está a full. Ya desde los primeros ensayos Santi
nos decía: “chicos, hagamos que esto suene lo más bailable posible”. Y es un
espacio que la gente tomó pero que, en realidad, nosotros en ningún momento
propusimos. Sí decíamos: “bueno ahora vamos a tocar, así que párense”.
Simplemente le pedíamos a la gente que se pare. Y a partir de ahí cada uno
baila y hace la suya.
¿Considera que La Bomba es pionera de una movida de percusión
bailable en Buenos Aires?
Habría que ver si somos los pioneros o si somos
los únicos que lo hacemos. Qué se yo, me parece que hay una movida de percusión
en la Argentina que se viene dando hace un tiempo. Tal vez la Bomba fue un grupo
que colisionó ese movimiento de percusión que hubo en los 90, con un montón de
grupos que todavía están dando vueltas, como Choque Urbano, La Orquesta
amarilla, Kamaruko Percusión, La Chilinga. Son movidas de percusión muy
grandes, que vienen laburando más desde la música brasileña o desde la música
de la composición de la percusión. Lo cierto es que La Bomba es un grupo que
puede ser pionero, pero yo creo que representa más una movida que se viene
dando y que es una eclosión de todo eso, pero que a partir de ahora puede pasar
cualquier cosa.
Se escuchan muchas influencias rítmicas en los shows. ¿Cree que
La Bomba tiene un estilo propio?
Yo creo que lo estamos buscando. Hay como una
sonoridad medio bomba, porque no somos especialistas en ningún ritmo. Si nos
ponemos a tocar música de Brasil suena feo, si nos ponemos a tocar Chacarera
nos suena feo, por más que todos somos re folkloristas. Si nos ponemos a tocar
funk nos suena raro también. O sea que todo suena a la mitad. Lo que mejor nos
suena es cuando nos ponemos a improvisar y nos salen esos ritmos con un montón
de tambores que tienen una sonoridad particular. No sé si tenemos un estilo. No
podemos hablar de un estilo Bomba. Yo diría que más que nada hay estilos de
directores. Cada director tiene una forma de encarar el sonido y eso se escucha
mucho.
Tradicionalmente los tambores acompañan a una melodía. ¿Nunca
pensaron que el público se podía aburrir de tanta percusión?
Nunca pensamos que iba a pasar esto. Desde el
principio todos íbamos a ensayar con los músicos que nos tocó y eso ya era
increíble, porque son todos músicos de “Primera A”. Ya sonaba bien el hecho de
estar ahí. Era lindo decir “me voy a tocar con Carto Brandan que es el mejor
batero de jazz, con Mario Gusso, que en el folklore la tiene muerta, con
Mariano Cantero, que toca en Aca Seca, que es la banda pionera de folklore en
proyección”. Entonces pensaba que iba a ensayar con esos monos y que sea lo que
sea. Mucho no me importaba. Pero cuando tocábamos en vivo empezó a pasar que la
gente se divertía mirando. Era como mirar un partido de fútbol: había goles,
había cantos tribuneros, había cosas con la que la gente vibraba y ahí se fueron
adueñando de cosas. De repente parábamos de tocar un tema y uno empezaba a
aplaudir a un pulso determinado y eso se terminaba transformando en el pulso
del próximo tema.
Además de improvisar con la ayuda del público, ¿de qué otra
manera se inspiran para que la gente vibre con su música?
¡Con los pifies! (Risas). Nosotros grabamos un
disco en Niceto. Yo en ese momento tocaba la guancha, que es un instrumento que
compré en Bolivia que esta increíble, y en el primer tema del disco estaba
dirigiendo Santiago (Vázquez). En un momento nos hizo la seña de cortar, que es
como la de cortar el pescuezo, para que terminemos y yo me colgué. Y seguí de
largo y dije: “ya fue”. Si yo en ese momento paraba de tocar se iba a notar el
pifie. Así que seguí de largo como si nada y le sonreí al chabón como diciendo:
“no terminó hermano, no me cagués acá”. Y efectivamente quedó así en el disco.
Y es un pifie tremendo. Pero la gente en ese momento explotó. Se oyó un vacío
que dio lugar a la intervención del público que gritó, se copó y levantó más.
Nosotros siempre trabajamos el hecho de que si alguno sigue de largo o pasa
algo, la que va es la que es. Es más verdad eso que poner cara de pifie.
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